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El complejo Residencial Metropole, en Alamty, Kazajistán, es conocido por sus árboles vivos y abetos en la fachada. Tanto definen el edificio, que uno de ellos resultó clave en este apartamento, pues es el protagonista del balcón de la casa y la diseñadora Aida Abdrakhmanova decidió incluirlo en el proyecto. La casa está pensada para una familia con tres hijos y despliega una distribución generosa y fluida, con recibidor, pasillo, sala de estar, comedor, cocina, dos habitaciones para niños con un baño, dormitorio principal con vestidor y baño, y lavadero. Un recibidor cálido da la bienvenida y guía hacia la sala de estar conectada con el comedor y la cocina, mientras que las habitaciones se distribuyen de manera independiente.
Los elementos de madera, diseñados por la propia Abdrakhmanova, son un hilo conductor en todo el proyecto. La cocina es un buen ejemplo de esta coherencia: el mobiliario, fabricado en chapado de nogal, aporta calidez sin oscurecer el conjunto, mientras que el mármol Lafayette en gris azulado introduce un matiz más sofisticado. La barra se integra en la encimera para optimizar el espacio sin interrupciones visuales, una solución que refuerza la idea de continuidad. La iluminación juega un papel fundamental en la ambientación.
En la cocina, las lámparas de Odeon Light aportan un brillo sutil y refinado, mientras que los taburetes de Connubia Calligaris suman una nota de diseño contemporáneo. “La cocina también se abre a un balcón con un abeto vivo, donde se puede disfrutar de un café matutino mientras se admiran las montañas circundantes”, asegura la diseñadora. En el comedor y la sala de estar, la calidez se consigue con una selección de mobiliario de Calligaris y Natuzzi, marcas que aseguran confort y calidad en cada pieza. Colores neutros como rosas pálidos o grises se combinan con molduras en la pared y bonitos apliques, generando una sensación muy envolvente.
En el dormitorio principal, un cabecero pintado con pan de oro por las artistas Natalia y Julia marca el punto focal del espacio. Más que un elemento decorativo, actúa como un marco que recoge la luz y aporta profundidad. La iluminación de Favourite Medea y los textiles hechos a mano completan el conjunto con un aire sobrio y cuidado, sin estridencias.
Por su parte, el diseño de las habitaciones de los niños responde a la personalidad de cada uno. Para la niña, apasionada por la música y el ballet, Abdrakhmanova imaginó un espacio luminoso y etéreo, con referencias directas a los tutús y velos de baile. El detalle más encantador es, sin duda, la decoración con libélulas de yeso, que revolotean por las paredes y aportan una nota poética al conjunto. En el dormitorio de los niños, el juego y el estilo se encuentran en perfecta sintonía. La cabecera de la cama, elaborada en MDF con incrustaciones de latón, introduce un elemento gráfico y contemporáneo, además de la integración de un área específica para las diferentes consolas.
Los baños siguen la misma línea de diseño, con materiales de calidad que garantizan durabilidad y estética. Las baldosas de porcelana española, combinadas con piezas sanitarias de Villeroy & Boch y grifería de Grohe, refuerzan la sensación de orden y pulcritud. Además, los espejos y muebles, diseñados específicamente para este proyecto, optimizan el espacio sin restarle personalidad. En palabras de la propia diseñadora, “este proyecto combina armoniosamente estilo, comodidad y un ambiente hogareño acogedor para toda la familia”. Damos fe.