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Puglia es uno de los destinos vacacionales más populares en el sur de Italia, porque mantiene su identidad y una personalidad única. Un éxito que, además de la belleza de esta tierra, su historia y su tradición culinaria, las casas de campo mantienen la arquitectura autóctona, así que están llenas de encanto.
En la región de Puglia hay muchas masserías disponibles para ser renovadas, apartadas entre los olivares y no demasiado lejos del mar Mediterráneo. Así que las construcciones típicas de la zona, como esta antigua escuela femenina en medio de la campiña, se convierten en proyectos muy atractivos para los estudios de arquitectura.
Como el Casolare Scarani, un edificio con aspecto de masseria o casa rural clásica. Originalmente albergó una escuela para niñas, abandonada en los años 60. Andrew Trotter tuvo mucha suerte al descubrirlo: una amiga de Barcelona llevaba tiempo echándole el ojo a una serie de propiedades que soñaba con rehabilitar. Durante un viaje a Apulia, Andrew Trotter se topó fortuitamente con una de las seleccionadas. A partir de ahí, en muy poco tiempo, llegó el momento de pasar a la acción, con la compra prácticamente a vista de pájaro (la amiga y su pareja ni siquiera la habían visto en persona) y luego las primeras obras.
La tensión en este punto era máxima, pero los nuevos propietarios se enamoraron enseguida del lugar, escondido tierra adentro cerca de Carovigno, al igual que habían hecho los arquitectos. Tanto es así que se arremangaron para ayudar en las obras, que se completaron en nueve meses. Como cuenta el equipo, la villa es una pequeña joya cuyo carácter original había que preservar al máximo, aprovechando al máximo el espacio exterior.
Las paredes se despojaron de las sucesivas capas de pintura para dejar traslucir las piedras del pórtico. Del mismo modo, también se recuperó el horno de piedra. Por el contrario, los interiores necesitaban un nuevo encalado, para el que se contó con el artesano local Cosimo Vinci, especializado en pinturas a la cal.
Entre los interiores destaca el salón, embellecido con un techo abovedado estrellado y una chimenea. El estilo es reposado y alegre, sobre todo gracias a los sofás y sillones , las alfombras y los accesorios vintage. El comedor rústico se ha instalado en el antiguo establo.
Las viejas piedras se han recolocado artísticamente, mientras que se han añadido nuevos suelos a juego con los existentes. El garaje, ahora inservible, se ha convertido en cocina en la parte trasera, pero se comunica con el comedor a través de una puerta de madera fabricada por el taller local Alba Falegnameria. Con vistas al patio, es perfecto para barbacoas y aperitivos de verano.
En el mismo lado, se han añadido un par de bloques para albergar los cuartos de baño privados de los dos dormitorios de la planta baja. En la planta superior, se han unido dos habitaciones para crear una encantadora suite principal.
Más información: Studio Andrew Trotter.
