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Seguro que alguna vez has visto una fila de pequeñas latas de leche evaporada paseado por los pasillos de tu súper mercado. Un elemento básico en las despensa de nuestras abuelas, la leche evaporada es un producto lácteo que se conserva bien durante mucho tiempo y tiene una amplia gama de aplicaciones. Y no, no es en absoluto lo mismo que la leche condensada.
Si alguna vez has comprado accidentalmente la lata equivocada, no te culpamos. A primera vista, la leche evaporada y la leche condensada son similares. Y suelen estar uno al lado del otro en los estantes de las tiendas. Sus etiquetas son casi idénticas y sus nombres básicamente implican lo mismo: leche, solo que más espesa.
La leche evaporada, sin embargo, es muy diferente de su prima hermana la leche condensada. Por eso, te explicamos todo lo que necesitas saber sobre la leche evaporada, de qué está hecha y cómo puedes incorporarla a tu cocina.
¿Qué es la leche evaporada?
El nombre de leche evaporada refleja el método de procesamiento que se usa para hacerla. Comienza como leche de vaca simple, ya sea entera o desnatada. Luego, la leche hierve a fuego lento hasta que se evapora aproximadamente el 60 % del agua. La leche resultante, ligeramente espesada, se envasa luego en latas no perecederas.
El producto fue inventado en 1885 como una forma de comercializar y consumir la leche sin necesidad de refrigeración. Al calentar la leche se mata las bacterias persistentes que pueden causar el deterioro del producto y además reduce su volumen y el peso, lo que facilitaba su transporte.
La leche evaporada es un poco más espesa que la leche fresca y tiene un color más opaco, ligeramente amarillo. ¿Y en cuanto al sabor? Sabe como la leche, solo que un poco más cremoso. Además de la vitamina D comúnmente añadida, no hay ningún otro ingrediente añadido además de la leche.
¿En qué se diferencia la leche evaporada de la leche condensada?
Es fácil suponer que debido a que la leche condensada y la leche evaporada tienen nombres similares, se pueden usar indistintamente para cocinar. Pero nada más lejos de la verdad. La leche condensada también se evapora para eliminar alrededor del 60 % del agua de la leche fresca, pero se complementa con mucha cantidad de azúcar.
25 ml de leche condensada tiene más de 15 gramos de azúcar. La misma cantidad de leche evaporada, en cambio, solo tiene alrededor de 3 gramos. Más allá del azúcar, la leche condensada además tiene una consistencia significativamente más espesa. La textura se parece mucho a un jarabe de caramelo o chocolate. Se usa para hacer sobre todo postres, como esta tartaleta de crema de limón con cerezas.
Tanto la leche evaporada como la leche condensada se usan para elaborar infinidad de recetas, pero nunca debes intercambiar una por la otra.
¿Qué se puede cocinar con leche evaporada?
La leche evaporada es un ingrediente muy versátil en la cocina que puede servir como sustituto de la leche fresca en muchas recetas. Si has olvidado coger un cartón de leche en la tienda, puedes diluir la leche evaporada con la misma cantidad de agua. Te recomendamos diluir siempre la leche evaporada si la estás sustituyendo para hornear, así puedes mantener el mismo contenido de agua que requiere la receta.
Sin embargo, en algunas recetas, la leche evaporada se puede usar directamente de la lata si el plato requiere más cremosidad. Puedes usarla por ejemplo para hacer esta tarta de espárragos con pasta filo, en platos de pasta, patatas gratinadas y guisos para darle un extra de sabor y untuosidad sin tener que añadir nata, habitualmente más calórica. Incluso para elaborar también postres como este crema helada de limón.
Los amantes del café también pueden añadir leche evaporada a su café de la mañana en lugar nata o leche condensada. Es igualmente cremoso y tiene solo una fracción del contenido de grasa.
