Hace apenas dos años, asistíamos perplejos a una escasez a nivel mundial en las reservas de aceite de girasol debidos, entre otros, al conflicto bélico en Ucrania, principal proveedor de aceite de girasol y de colza. Este hecho, entre otros, desencadenó una subida del aceite de oliva, el 'oro líquido' español que, actualmente, está en precios máximos históricos (ha llegado a estar casi a 10 euros por litro). Tanto es así que actualmente no es extraño ver dispositivos de seguridad alrededor de las botellas de aceite de oliva, a fin de evitar su robo.

En España podemos presumir de ser los principales distribuidores de aceite de oliva. Un aceite muy saludable, recomendado en la dieta mediterránea y con múltiples propiedades y beneficios para nuestra salud. Eso sí, hay que cuidar siempre que sea virgen o virgen extra. Son muchos los nutricionistas que advierten de que parte de las propiedades del aceite de oliva se pierden si se le somete a altas temperaturas y, por eso, muchos recomiendan usarlo solo en crudo (para aliñar ensaladas o para tostadas, por ejemplo).

Alternativas al aceite de oliva para cocinar

Si prefieres reservarlo para usarlo en crudo y el aceite de girasol no acaba de gustarte o no consigues encontrarlo a buen precio, aquí te vamos a contar cuáles son las alternativas al aceite de oliva y al aceite de girasol que puedes utilizar en tus platos. Eso sí, también te recomendamos comenzar a usar la airfryer: la freidora de aire es perfecta porque consigue cocinados riquísimos y sin apenas usar aceite (con que tengas un spray para rociar un poco por encima de la comida, será más que suficiente).

Mantequilla y margarina

La mantequilla y la margarina son excelentes para añadir sabor y color a tus comidas, por lo que pueden servir como reemplazo del aceite. Eso sí, hay que tener cuidado con ellas pues, por un lado, su punto de cocción es más bajo y se doran y se queman a temperaturas mucho más bajas que los aceites vegetales como el de maíz, el de oliva o el de girasol.

Por otro lado, no son la opción más saludable, pues tienen un alto contenido de grasas saturadas que pueden terminar por elevar el colesterol. Así que resérvalas para ocasiones especiales.

Ghee

Al ghlee se le conoce popularmente como mantequilla clarificada y se ha puesto muy de moda en la actualidad gracias a su influencia en redes sociales. Esta mantequilla, originaria de la gastronomía india, se somete a un proceso de producción en el que se separan los sólidos lácteos del agua y de la grasa láctea. Este proceso consigue que el ghlee se pueda cocinar a temperaturas más altas que la mantequilla convencional.

Tiene propiedades antioxidantes, medicinales y antiinflamatorias. Además, su intenso sabor a nuez es ideal para hacer curry y patatas fritas que necesitan un calor intenso.

Manteca vegetal

La manteca vegetal es, quizás, una de las alternativas menos conocidas al aceite de oliva o de girasol. Evidentemente, es una alternativa vegetariana y vegana a estos aceites, pero está preparada con otros ingredientes. La manteca vegetal se prepara a partir de aceites de cacahuetes, soja o maíz y se puede someter a temperaturas bastante altas (aunque no tanto como el aceite de oliva). Suelen contener menos grasas saturadas que las mantequillas, pero tampoco son la mejor opción para el cocinado diario.

Grasa de tocino

La panceta y el tocino contienen grasa animal natural que puedes usar como aceite de cocina. Añádelos a una sartén antiadherente caliente y cocina suavemente para que suelte la grasa en la que posteriormente puedes freír el resto de tus ingredientes para elaborar cualquier receta. También puedes reservarlo en un frasco y refrigerarlo una vez que se haya enfriado para un uso posterior, aunque es cierto que no es nada recomendable.

La salsa boloñesa y los guisos se verán enriquecidos del sabor salado que la grasa del tocino aporta a un plato cocinado a fuego lento, y también es excelente para freír huevos, preparar paninis a la plancha y patatas crujientes. De hecho, la grasa de guanciale es la que se emplea en la receta tradicional de la salsa carbonara.

No abuses de esta grasa, pues es, de todas, una de las que mayor porcentaje de grasas saturadas tiene en su composición.

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Michae E. Allen/ A Sharp Photo//Getty Images

Schmaltz

El schmaltz (también conocida como manteca de pollo) se hace con grasa de pollo. Un ingrediente muy común en la cocina judía y de Europa del Este, es súper sabroso y fácil de preparar.

Para hacer schmaltz, debes hervir a fuego lento la piel de pollo con suficiente agua para cubrirla hasta que el agua se evapore y se libere la grasa de la piel. Luego debes colarlo y ya puedes usar el schmaltz para freír cualquier cosa, desde verduras hasta muslos de pollo sazonados y cebollas. Incluso puedes hacer albóndigas y pasteles con él de la misma manera que usarías la mantequilla. Los trozos crujientes que quedan en el colador (llamados gribenes) se pueden salar y comer como aperitivo.

Tahini

Si no tienes aceite para tu ensalada, puedes usar aliños con una base refrescante de yogur o limón. Si quieres una emulsión cremosa, prueba a usar anacardos molidos, tofu o tahini para reemplazar el aceite de tu receta y lograr la textura aterciopelada que buscas.

Grasa del asado

Si preparas un asado el domingo para la comida familiar, aprovecha y cocina las verduras y las patatas en la misma sartén. Y si no, acompaña tu asado con patatas asadas (que no necesitan aceite) y verduras al vapor, por ejemplo. Evidentemente, esta no es una alternativa al aceite vegetal, pero sí la perfecta para completar esa receta de pollo o cerdo al horno, pues dejará en las verduras el mismo regusto.

Agua

Elaboraciones como las salchichas y las hamburguesas se pueden cocinar con un chorrito de agua hasta que sueltan su propia grasa en la sartén. Y el sabor de las verduras se puede realzar con hierbas, especias, soja o incluso un toque de caldo. Además, te recomendamos que pruebes los huevos fritos con agua (en lugar de aceite). Mucho más sanos y, además, con la misma textura y aspecto.

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