- 7 Plantas de interior aromáticas que mejoran tu bienestar.
- Flores que ayudan a la salud mental y cicatrizan las heridas.
- 10 plantas de interior que purifican el aire del hogar.
Seguro que alguna vez has tenido o utilizado una esponja vegetal, ya sea para el baño o para limpiar la casa. Pero, ¿sabías que está hecha de un vegetal?
Aunque gran parte del marketing de las esponjas naturales las muestra en parajes de playa y costa, siempre rodeadas de conchas; la planta de lufa no procede del océano, a difrencia de las esponjas marinas, sino que se trata de la pulpa fibrosa de este tipo de calabaza, que puedes cultivar en tu jardín.
La lufa o luffa son dos especies de calabaza: Luffa aegyptiaca (la lufa acodada, lufa estriada, okra china o calabaza vegetal) y Luffa acutangular, también conocida como Luffa cyclindrica (la lufa lisa, lufa egipcia, calabaza de trapo o calabaza loofa). La luffa acutangular presenta largas crestas a lo largo del fruto, mientras que la luffa lisa tiene un perfil más redondeado, con pliegues poco profundos a lo largo del fruto. Las especies se utilizan indistintamente y ambas son enredaderas anuales vigorosas con vistosas flores amarillas. Las lufas pertenecen a la familia de las cucurbitáceas o calabazas, junto con sus primas lejanas las calabazas, las sandías, los pepinos, los melones y las calabazas de cáscara dura.
Las luffas suelen cultivarse para obtener esponjas naturales, por lo que los frutos se dejan madurar en la vid hasta que adquieren un color amarillento o parduzco, y luego se pelan para revelar la matriz de tejidos fibrosos resistentes que hay en su interior y que actúan como maravillosos complementos de belleza. Las esponjas de lufa son duras con la suciedad, pero no abrasivas, y perfectas para lavarse la cara, el cuerpo, los platos, el suelo o el coche.
Los artesanos incluso utilizan rodajas de la esponja seca en jabones para crear bonitos y útiles jabones de lufa todo en uno. Pero, en muchas otras partes del mundo, los capullos, las flores y los frutos muy jóvenes, que tienen un sabor parecido a la calabaza, se utilizan para recetas de ensaladas y otros platos. En su propio jardín, es una forma maravillosa de utilizar los frutos que se forman demasiado tarde para madurar y convertirse en esponjas antes de que lleguen las heladas.
Cuándo se siembra la lufa
A las plantas de lufa les gusta el sol pleno y un suelo bien drenado pero húmedo, enriquecido con abundante compost o estiércol bien descompuesto. Se cultivan como una calabaza de invierno o una calabaza de cáscara dura, y sus largas y vigorosas enredaderas (no es raro que midan 9 metros) necesitan mucho espacio para moverse o un enrejado resistente por el que trepar.
Las lufas necesitan una larga temporada para madurar (de 150 a 200 días cálidos), se suelen sembrar en macetas muy altas, ya que tienes que cubrirlas con 15 cm de tierra, y más tarde se trasplantan al exterior cuando el clima es cálido y estable.
Qué beneficios tiene la lufa
Los primeros frutos que aparecen en la vid deben dejarse madurar hasta convertirse en esponjas. Están maduros y listos para recoger cuando la piel verde se ha vuelto amarillo oscuro o marrón y empieza a separarse de la fibra interior, y el fruto se siente ligero. Deja la fruta colgando de la vid el mayor tiempo posible para que se desarrolle al máximo la fibra esponjosa, pero asegúrese de recogerla y pelarla inmediatamente si sufre una helada. La fruta que no madura completamente con suficiente fibra dura para hacer una buena esponja es mejor tirarla al compost.
Cómo se hace una esponja de lufa
El primer paso para conseguir tu esponja natural es pelar la dura piel exterior. Si ya está agrietada, puede arrancarla en trozos. Si está intacta, prueba a aplastarla suavemente hasta que aparezcan grietas y, a continuación, extiéndelas apretando la fruta y tirando de los bordes rasgados de la piel con los pulgares. Si la piel está muy seca, remojar la fruta en agua durante unos minutos puede facilitar su desprendimiento.
Una vez retirada la piel, sacude las semillas y sécalas a a temperatura ambiente durante unos días, así podrás guardarlas para plantarlas el próximo año. A continuación, lava la savia de la lufa con un chorro fuerte de agua o en un cubo de agua con un poco de jabón lavavajillas. Si quedan manchas oscuras, puedes tratar la esponja con un blanqueador de ropa sin cloro para conseguir un color más uniforme.
Por último, seca las esponjas lavadas al sol, dándoles la vuelta con frecuencia, hasta que estén completamente secas. Guárdalas en una bolsa de tela para evitar que se llenen de polvo y se conservarán durante años.
Cómo se usan las esponjas de lufa
Las esponjas de lufa se pueden utilizar enteras, cortar secciones planas de la capa exterior para hacer estropajos o cortarlas en rodajas transversales para hacer estropajos más pequeños, pero también se pueden moldear para hacer pastillas de jabón. En algunas zonas, la fibra seca se utiliza para elaborar filtros, salvamanteles, plantillas, sandalias y otros productos.
Los dermatólogos recomiendan asegurarse de que la lufa se seque completamente entre usos y utilizarla sólo durante tres o cuatro semanas, antes de cambiarla por otra nueva y usarla para hacer compost casero. También puedes sumergir tu lufa favorita en una solución de lejía diluida una vez a la semana para evitar que se convierta en un nido de gérmenes.
Cómo se come la lufa
Los capullos, las flores y los pequeños frutos verdes de la lufa pueden recogerse con un cuchillo afilado o una podadora de mano si el tallo no se rompe fácilmente. Este alimento tiene un sabor parecido a la calabaza. Sus flores o frutos aparecen después de mediados de verano y pueden disfrutarse crudos, o salteados en un poco de aceite, cortados en rodajas en un salteado, cocidos en sopa, guisos o curry, o empanados y fritos.
Aprovecha todos los beneficios de la lufa, pues contiene mucha vitamina A, manganeso, potasio, cobre, vitaminas B5 y B6, y vitamina C. Si tienen tiempo de madurar podrán convertirse en esponjas naturales para mejorar tu experiencia de bienestar durante tu baño diario.