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El apartamento que adquirió la diseñadora Nataliia Lymar, de VN Studio, está situado en un tercer piso de un nuevo complejo residencial y es muy luminoso, pero no contaba con muchos metros, solo 45 metros cuadrados, y además presentaba una distribución algo compartimentada. Así que decidió realizar varios ajustes estructurales para mejorar la funcionalidad del apartamento y darle su toque personal. "Quería que el espacio fuera minimalista, pero no frío. Las formas sencillas, la mezcla de texturas y colores, y los detalles que evocan emociones me ayudaron a conseguirlo".
Empezó por ampliar la sala de estar integrando una galería, que ahora funciona como despacho. La entrada al dormitorio también se reconfiguró, ya que originalmente se accedía desde el pasillo, pero ahora se entra a través de la cocina-sala de estar, planteada con concepto abierto. Y en un alarde de imaginación, aprovechó el antiguo vano de la puerta y lo reutilizó para albergar un frigorífico empotrado, parcialmente oculto dentro de un gran armario en el dormitorio, lo que contribuye a un espacio más despejado y minimalista.
Además, para ampliar visualmente el espacio, Lymar empleó varias técnicas clave. Un impresionante espejo de 2,7 metros de altura en la cocina amplifica la luz, el volumen y multiplica el efecto de gran espacio. Otro espejo que llega hasta el techo en el dormitorio refleja la vegetación y extiende los límites visuales. Por otra parte, el pasillo de entrada está revestido de madera oscura y un armario con puertas de cristal, proporcionando una sensación de profundidad y dimensión que conducen hacia el resto del luminoso apartamento.
"Me atrae la filosofía wabi-sabi: la belleza en la imperfección y la autenticidad", afirma la diseñadora, y las grietas naturales, los textiles rústicos y las superficies de madera sin tratar expresan esta filosofía. Su objeto favorito es la mesa de comedor de nogal macizo, hecha a medida con madera de un árbol que creció en el jardín de su casa familiar. Cuando el árbol envejeció y comenzó a marchitarse, su padre rescató la madera, integrando así la historia familiar en el corazón del hogar.
Otra pieza, un banco bajo de madera, fue elaborada por un artesano del oeste de Ucrania con madera reciclada. El arte también juega un papel fundamental en la atmósfera emocional del apartamento. En las paredes cuelgan obras sutiles del calígrafo ucraniano Yevgenii Berd, creadas en antigua escritura ucraniana. En la sala de estar se encuentra un díptico titulado "Alas", con un poema de Lina Kostenko sobre la fortaleza interior del espíritu humano. En el pasillo cuelga "Amo Ucrania", de Volodymyr Sosiura, un homenaje a la identidad cultural y la conexión con la tierra. "Cada vez que regreso a casa, siento paz", dice Lymar. "Este apartamento es mi oasis, un espacio que refleja mis valores y me revitaliza después de la vida en la metrópolis".
Más información: vnstd.com




































