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Esta casa para una familia de tres se encuentra en un edificio residencial histórico construido en 1911. La principal petición de los clientes era diseñar un interior luminoso, espacioso y sobrio que reflejara el carácter del edificio histórico. "El apartamento ofrecía una oportunidad única: habitaciones amplias, techos altos, numerosas ventanas y luz natural. Estas condiciones nos permitieron materializar nuestro concepto sin concesiones" afirma la diseñadora Yevheniiaa Dubrovska, al frente de YD Interior Studio y al frente del proyecto.
Para ello, se apostó por una paleta de tonos claros y cálidos, salpicados con acentos de color que aparecen estratégicamente en cada estancia. Molduras decorativas en techos y altos zócalos recuerdan la esencia de principios de siglo, mientras que los arcos y portales de madera marcan un ritmo elegante que conecta pasado y presente.
La casa, de 175 metros cuadrados distribuidos en dos áreas bien diferenciadas, se organiza en torno a una secuencia de espacios abiertos. En la zona social se encuentran el vestíbulo, la cocina-comedor, el salón con mirador y un despacho. Ninguno de estos ambientes se cierra con puertas: en su lugar, portales abiertos permiten una transición fluida que potencia la sensación de amplitud. A la parte privada, reservada a las habitaciones, se accede a través de altas puertas de inspiración clásica. Esta dualidad de zonas genera un equilibrio entre la convivencia familiar y los momentos de intimidad.
En la entrada, paneles de MDF con líneas grabadas aportan textura, mientras que el suelo se resuelve con piezas de porcelánico cortadas a medida, decoradas con un motivo gráfico que se repite más adelante en la cocina. Esa coherencia visual refuerza la identidad del proyecto. En la cocina, la elección cromática se vuelve más atrevida: muebles bajos en rojo contrastan con módulos superiores en tonos claros y estriados. "Era importante encontrar proporciones que no dominaran el espacio y que mantuvieran una sensación de apertura", detalla Dubrovska. La zona de comedor, rodeada de ventanas, se completa con un aparador acristalado y mobiliario que mezcla producción local ucraniana con piezas escandinavas.
La sala de estar, por su parte, conserva la herencia clásica del edificio, pero suavizada por soluciones que ordenan su planta irregular. Zócalos curvos y cornisas de techo dibujan un perímetro armónico que se funde con el mirador. Allí, un papel pintado esmeralda y radiadores lacados en el mismo tono definen un rincón envolvente. El mobiliario reúne butacas rojas, una consola televisiva de fachada moldurada y una obra de gran formato del artista Vova Keno, que imprime personalidad al conjunto.
El dormitorio principal, más limitado en luz natural, se resolvió con textiles claros, tapicerías suaves y diversas fuentes de iluminación artificial. En el baño principal, las paredes de microcemento en tonos claros dialogan con un suelo de mosaico ornamental y detalles clásicos como cornisas y rosetones. La ducha sorprende con azulejos verdes esmeralda, griferías en latón y un plato con textura de madera. La segunda habitación adopta un lenguaje más contemporáneo, con cabecero en madera oscura, estanterías asimétricas y escritorio, aunque mantiene continuidad con el resto de la vivienda gracias a las cornisas y carpinterías de aire clásico.
Más información: ydinterior.studio