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"La vista amplia e ininterrumpida del horizonte del agua transmitía una sensación de tranquilidad que se convirtió en el núcleo de la inspiración del proyecto". El estudio ACDO recibió el encargo de "crear una casa que funcionara como un refugio personal, ofreciendo una sensación de escape tanto para el propietario como para sus invitados", y desde el primer momento estuvo claro que la arquitectura del entorno marcaría la pauta. "El emplazamiento junto a la orilla del lago dictó de inmediato la dirección del diseño", explican Abe Chan y Sam Khouvongsavanh, fundadores del estudio.
Ese horizonte abierto contrasta con el interior: mientras que el salón de doble altura, la cocina y el lounge están pensados para recibir, el dormitorio principal, el baño en suite y un solárium situado en un puente actúan como espacios de contemplación. La casa se organiza, por tanto, en torno a esa dualidad entre recogimiento y apertura.
El propietario había acumulado a lo largo de los años una colección de arte adquirida en galerías de Vietnam y Francia. Su deseo era que la vivienda transmitiera serenidad, pero también un aire cosmopolita. En esa búsqueda se tomaron como referencia interiores tan opulentos como los del Mandarin Oriental y el Peninsula de Hong Kong, aunque lo que terminó de definir la atmósfera fueron los resorts de Aman: espacios de lujo silencioso, capaces de suspender el tiempo y crear una experiencia envolvente.
El recorrido profesional del cliente, con frecuentes estancias en Asia y el Sudeste Asiático, acabó materializándose en los acabados. "El entablado de nogal, el techo en celosía de madera en las zonas públicas y la frescura del travertino en el baño principal hablan de una búsqueda de tranquilidad enraizada en experiencias lejanas", explican desde ACDO.
La elección de los materiales viene marcada por los granitos, mármoles y azulejos de zellige que se seleccionaron para acompañar la transformación cromática del paisaje a lo largo del año: azules intensos en verano, verdes grisáceos en otoño e invierno. El nogal en los espacios comunes actúa como guiño a las tecas que abundan en los resorts asiáticos, mientras que en las habitaciones de invitados se emplearon robles mate en blanco y carbón, evocando las piezas de madera arrastradas por el agua y depositadas en la orilla.
La casa ofrece una narrativa espacial que se mueve entre lo íntimo y lo escenográfico. "La inspiración fue la hospitalidad serena de los resorts asiáticos", apuntan los diseñadores. Así, el programa de más de 930 metros cuadrados se articula en torno a un gran volumen de madera que ordena el espacio. Desde él se despliegan tres dormitorios con baño en suite, un gimnasio, un solárium y los grandes espacios de estar concebidos como galerías. El resultado es una secuencia de lugares que invitan a recogerse o a compartir, siempre con una continuidad estética que refuerza la experiencia de retiro contemporáneo.
El proyecto también se define a través de las piezas que lo componen. En el comedor, un cuadro de Bui Huu Hung dialoga con una mesa ovalada de Van Rossum y una lámpara escultórica de Lindsey Adelman. El salón acoge una pieza cerámica encargada a David Salazar y una escultura de piedra y tronco de Romain Langlois, mientras que la alfombra de Tai Ping y el sofá modular de Christophe Delcourt aportan textura y escala. El dormitorio principal se centra en la cama Alcova de B&B Italia y una bañera de travertino, que refuerzan la idea de santuario. En el entresuelo, obras de Yeom Jin-Wook y Tom Price conviven con sofás y butacas de Flexform y Yabu Pushelberg. Incluso el solárium, pavimentado con zellige, mantiene esa coherencia, completando una vivienda en la que cada estancia se convierte en un episodio dentro de un relato mayor.
Más información: ac-do.com


































