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¿Algún amante de las casas indianas en la sala? Si hiciéramos esa pregunta en una sala real, todas las manos estarían levantadas. Y más si se tratara de una casa de indianos como esta, construida en los lejanos años 40 en Laxe, A Coruña. ¿No lo conoces? Pues ya tienes destino para tus próximas vacaciones. Laxe es un pequeño pueblo de pescadores en la comarca de Bergantiños, con cuatro playas de arena blanca y aguas cristalinas. La playa frente a la que se encuentra la vivienda, a escasos 10 metros, es ventosa y con un fuerte oleaje, lo que ha permitido que se mantuviera muy poco concurrida incluso en pleno verano. Gracias a ello, el arenal se conserva en un estado casi virgen, protegido por unas dunas de fina arena salpicadas de matorral.
Toda esta potencia natural se plasma también en su jardín. Como si el reloj se hubiese detenido entre sus frondosos árboles, mantenía diversas construcciones y rincones humanizados muy propios del romanticismo de principios de siglo: pequeños laberintos de topiario, casitas de muñecas, un merendero con estructura de hierro, e incluso un pozo de granito. ''Paseando por sus serpenteantes senderos desdibujados ya por la vegetación, con el fuerte olor a verde y a humedad y con la luz filtrándose entre las hojas de sus imponentes eucaliptos, las primeras visitas a la propiedad llenaban nuestra mente de una reconfortante nostalgia y nos ayudaban a imaginar cómo habría sido la casa en origen. El relativo abandono en el que se encontraban tanto la casa como el jardín, inducían a soñar con tiempos pasados y nos brindaban unas ganas locas de devolverle su antiguo esplendor'', cuenta Sara Arroyo, arquitecta y fundadora del estudio Arroyo Arquitectos, encargado de la rehabilitación integral, interiorismo y decoración de la vivienda.
Como era obvio, todo ese abandono, toda esa humedad y toda esa impactante naturaleza tenía su contrapartida negativa: al poco de comenzar con la demolición, el equipo se encontró con una estructura de madera totalmente comida por las termitas. ''Parecía increíble que la casa se hubiera mantenido en pie en esas condiciones, con un apoyo directo sobre la arena como toda cimentación'', dice.
La obra tuvo que cambiar radicalmente de magnitud, pues toda la estructura de la casa era un castillo de naipes. Tras los cálculos pertinentes se rehicieron forjados y elementos de soporte. También se trataron las plagas de insectos y se impermeabilizaron las soleras. Además, se repararon las humedades por filtración y se rehizo toda la pocería. No obstante, la consigna seguía siendo la de mantener la personalidad de la casa. Para ello, se recuperaron suelos hidráulicos y se reprodujeron con moldes a medida allí donde la recuperación no era viable, se retejaron las cubiertas con la teja de origen, se enlucieron los paramentos a la cal de las fachadas y se unificaron las carpinterías de todas las ventanas con un verde apagado tan típico en estas latitudes.
En cuanto a la distribución, se mantuvo la distinción de origen entre una planta baja más social y una planta primera y bajocubierta más privada. Sin embargo, la distribución en sí cambió por completo, unificando espacios y abriendo huecos en busca de una mayor amplitud y luminosidad gracias a una planta menos compartimentada. Se conservaron también los dos accesos a la casa, el principal, a través de una galería acristalada, y el secundario, con entrada a la zona de la cocina. El ingreso por la mencionada galería, se produce lleno de luz tras la reapertura de varios huecos que habían sido cegados en origen.
El suelo hidráulico de tonos verdes que se mantuvo en esta zona, da la pauta de la paleta de colores que se sucederán por el resto de la casa. De aquí, accedemos secuencialmente a un gran salón con chimenea desde donde arranca la escalera a las plantas superiores.
A continuación, el comedor, pintado íntegramente en un tono verde Green Smoke de Farrow&Ball y, finalmente, la cocina, proyectada como un espacio de reunión familiar con una gran isla central y una reproducción del suelo hidráulico que protagonizaba la galería de acceso.
Los límites de la cocina hacia el comedor y hacia la entrada secundaria de la casa, se hicieron acristalados con mamparas de hierro lacado en verde y dibujos a medida, como en el resto de carpinterías de la vivienda. Un guiño Art Decó al estilo modernista del que goza el inmueble.
En estas tres estancias principales, se abrieron tres grandes huecos adintelados en arco hacia el porche, elemento que sirve de transición antes de acceder al jardín. Este porche, con la llegada del buen tiempo, se convierte en el salón-comedor principal de la casa, orientado hacia el sur, con vistas al maravilloso jardín y amueblado para el disfrute de todos.
El resto de la planta baja se completa con tres dormitorios dobles de invitados con sus respectivos cuartos de baño, todos muy estilosos.
En la primera planta se distribuyen los tres dormitorios de la familia. Uno principal con vestidor y baño en suite; uno para las niñas de la casa, con un marcado aire femenino gracias al papel pintado; y un tercero que para los más pequeños. ''Se trata de un dormitorio grande al que ganamos una doble altura con la demolición del forjado de techo, para dejar vista la cubierta inclinada del nivel superior. En la pared principal, diseñamos a medida una gran litera de seis camas que culmina, en su tercer piso, como acceso a una red tensada a la que los pequeños saltan para jugar como auténticos trapecistas. La locura de este dormitorio infantil se enfatiza con la iluminación de techo y pared, mediante bombillas desordenadas en el techo y apliques redondos abiertos al tresbolillo como nichos iluminados en la pared'', expone Sara Arroyo.
La tercera planta abuhardillada se pintó de verde, enfatizando su condición de refugio como salón de invierno que es. Lleno de libros, colchonetas y cojines, invita a reuniones desenfadadas con sus nuevos dos grandes ventanales hacia el mar y hacia el jardín respectivamente.
Proyecto e información: Cortesía de Arroyo Arquitectos.
Aránzazu Díaz Huerta es experta en decoración en Nuevo Estilo, por eso ha convertido su hogar en una especie de pop up store de las últimas tendencias, y por eso disfruta tanto elaborando contenidos sobre interiorismo. Además, se lo pasa genial buscando los hoteles más originales del mundo para sorprender a sus lectores. Le apasiona todo lo que tiene que ver con el hogar, pero también la moda, la belleza, el lifestyle y las mascotas, y aunque no tiene cuenta en TikTok, no se pierde ni un solo trend.
Se graduó en Comunicación Audiovisual en 2016 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y continuó sus estudios con un máster en Periodismo Cultural por la Universidad San Pablo CEU. En el verano de 2017, hizo el curso de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Y cuando llegó la pandemia, se refugió en el Curso Online de Periodismo Especializado en Moda, Belleza y Estilo de Vida de la revista Vogue en Condé Nast College Spain. Además, como buena cinéfila que es, ha colaborado en el libro ''El clasicismo en el cine. Una mirada intergeneracional'', de D. Pedro Sangro Colón y D. Miguel Ángel Huerta Floriano.
Antes de comenzar su trayectoria en el mundo del periodismo freelance, pasó por la Cadena Ser de Oviedo y la revista cultural El Duende. También tuvo su propia columna de opinión en el periódico Salamanca RTV al día.
Desde el año 2017, colabora como redactora de contenidos online en Mi Casa, Nuevo Estilo y otras revistas del Grupo Hearst, incluyendo el departamento de Branded Content. En su tiempo libre, escribe relatos de ficción y no ficción, habiendo publicado en la revista literaria Fábula, y hace fotografías de paisajismo (especialmente, de lugares donde haya flores).