"Nosotros vivíamos en el centro de Madrid, en un precioso piso antiguo de Malasaña, con dos niños de 1 y 3 años, con los que paseábamos por el barrio a diario. Éramos muy felices. El hecho de mudarnos a una casa en el campo no fue la típica decisión de salir huyendo del centro por tener hijos pequeños, sino que se nos antojó la idea como una magnífica oportunidad de llevar una vida nueva y diferente, igual de enriquecedora, pero con estímulos distintos".

Así explica la interiorista Sara Arroyo su vivencia de trasladarse a un entorno de calles poco urbanizadas y menos transitadas, en un ambiente puramente campestre. Una zona boscosa cerca de la ciudad, pero con otro ritmo. Desde 1961 -año en que fue construída- nunca había sido remodelada, con lo que la reforma fue integral, pero manteniendo su esencia y cualidades, porque sus virtudes eran muchas, pero discretas y sin alardes.

Una casa de campo en el sentido más amplio de la palabra, desarrollada casi por completo en una única planta, con cubierta inclinada de teja árabe a dos aguas, mampostería de piedra y revocos de cal en las fachadas y una estupenda orientación con un amplio porche a mediodía para su disfrute todo el año. Además, con capacidad para un apartamento de invitados y el estudio de la interiorista. Partiendo con toda la intención de un contenedor neutro, de paredes y techos blancos lisos y suelo de microcemento en tono arena, el alma y el color lo aportan los muebles, obras de arte y objetos decorativos. Como comenta Sara Arroyo es un interiorismo "ecléctico y sin miedo a la mezcla", donde muebles de Ikea, de la que se declara súper fan, y Wallapop no tienen complejo para reunirse con Gio Ponti, los hermanos Castiglioni o el Barroco español.

Antigüedades heredadas, cuadros de Jaume Plensa, muebles recuperados por ella misma en el taller www.larestauradora.es, mercadillos del sur de Francia, Pablo Palazuelo y el Rastro de Madrid... un mix de altura que completa el interior. "Mi vida es como un trastero sin fondo, donde voy acumulando cosas. Valiosas o no, pero que a mí me gustan y las quiero conmigo. Mis abuelos ya eran así y mi marido me acusa de tener síndrome de Diógenes, pero ¡se equivoca! Todo acaba encontrando su lugar", explica. Y realmente, éste es su destino final, por el momento.

Aquí tienes un house tour con todas las fotos de la casa.

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Pablo Sarabia
La puerta principal de entrada, pivotante y diseñada por Sara Arroyo, al igual que la alfombra realizada por Alfombras Peña, da paso a un universo único de diseño.
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Pablo Sarabia
Vista del salón, con la chimenea original de piedra que se mantuvo con algunas modificaciones en busca de una mayor horizontalidad. En primer plano, dos butacas en piel azul de cabritilla, heredadas de su padre y mesita auxiliar de vidrio y acero cromado, de Max Sauze, 1960.
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Pablo Sarabia
Vista de la transición hacia el salón desde el comedor y salida al porche donde se aprecia la mancha arbórea.
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Pablo Sarabia
Serge Mouille, que firma la lámpara de techo de brazos pivotantes, en Tiempos Modernos; Gio Ponti, el banco de listones de madera que flanquea uno de los lados de la mesa; diseño de Sara Arroyo, una lámpara de cristal en forma de huevo dorado de Murano; la gran estantería industrial, de Tecny stand, en aluminio lacado de pared a pared... Todo apasiona.
Barroco, toques árabes, orden clásico y años 60. Todo convive en un plus de estilo.
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Pablo Sarabia
El acierto de mezclar un sofá a medida de Studio Bañón, con tela de Gancedo y mesitas-nido en bambú, de Ricardo Francés Anticuario; unas butacas de piel brasileñas, de Jean Guillon de los 60's y velador Art déco, con lamparita vintage, de Louis C. Kalff para Philips. Y para completar el conjunto se ha recurrido a un icono: la lámpara Arco, de Achille y Pier Giacomo Castiglioni para Flos, de los años 60.
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Pablo Sarabia
Retrato de Sara Arroyo con su perrita Lola.
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Pablo Sarabia
El jardín contaba con numerosos árboles de gran tamaño, pero le faltaba otoño, al ser todos perennes. El paisajista Juan Pedro Sevilla, de Gutisse, plantó más de 100 de hoja caduca que sombrean, por ejemplo, la piscina, recubierta de porcelánico de Living Ceramics, y el solarium.
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Pablo Sarabia
Negro mate en las ventanas, carpinterías y muebles de cocina. Un código en común que habla de elegancia.
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Pablo Sarabia
Unas mamparas a medida en hierro negro y vidrio -que deja ver la bola de azogue de principios de siglo sobre cerámica de Vallauris- independizan salón y cocina. Está equipada con muebles en negro mate Kungsbacka, de Ikea, y encimera de piedra natural de Granith instalada por Mármoles Alcardeteños. La pared del fondo sirve como improvisada galería de arte: Tápies, Lucio Muñoz, el francés Claude Weisbuch o artistas emergentes como Ignazio Pavillard.
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Pablo Sarabia
Sobre el banco de madera, dibujos hiperrealistas a boli BIC, de Juan Francisco Casas, y al fondo, silla rural china en madera y enea. A su lado, retrato decimonónico anónimo al óleo.
Microcemento en el suelo, blanco en las paredes. Neutralidad para que destaque lo importante.
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Pablo Sarabia
A los dormitorios se accede por un pasillo donde el arte sale al paso. Peana de madera con copa cerámica neoclásica y detrás, obra mural de Faibel Savizki.
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Pablo Sarabia
Dormitorio infantil que conjuga muebles de Ikea -literas, alfombra, escritorio, sillón orejero-, con un dosel de la marca francesa Numero 74 o una silla de pupitre Federico Giner, tan popular en los colegios españoles de aquellos años.
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Pablo Sarabia
Litografías de Antoni Tápies -serie Petrificada petrificante- animan el cuarto de juegos. La librería modular y el sofá en madera de teca son italianos de los 60 y provienen del estudio de Fernando Arroyo, padre de Sara. En primer término, mesa realizada artesanalmente en hierro, diseño propio.
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Pablo Sarabia
Sobre la alfombra a medida, de Alfombras Peña, chaise-longe en lino marfil Capri de Rue, de Vintage 74. La chimenea es diseño propio con cassette de puerta de vidrio elevable de Piazzeta. En la pared, fotografía antigua de Man Ray y, cubriendo la cama, manta de mohair, de Mantas Ezcaray, en azul petróleo.
Grandes ventanales y el techo de vidrio sobre la ducha recrean las sensaciones de un baño de exterior.
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Pablo Sarabia
En el baño, suelo y paredes recubiertas en microcemento color arena. La grifería empotrada, en acero cepillado, es de AsmTaps.

arroyoarquitectos.com

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