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Empezó en esto del diseño y las antigüedades hace quince años y ha demostrado que tiene algo más que ojo para encontrar la belleza allá donde va. Tiene visión. Piluca Hueso es el alma de la galería de mobiliario Rue Vintage 74, en Madrid, un oasis de buen gusto en un espacio industrial donde las piezas de autor conviven sin esfuerzo con mobiliario vintage.
¿Cómo empezaste en el mundo de las antigüedades y qué es lo que más satisfacciones te ha dado? Mi madre tenía una tienda de antigüedades en el barrio de Salamanca, y desde muy pequeña he viajado con ella acompañándola en busca de tesoros decorativos. Rue Vintage 74 empezó poco a poco, ya que nació como un blog, y luego como una galería digital. Algo que me hace muy feliz es contar con una comunidad muy fiel que hemos mantenido con los años.
¿Cómo fue dar el salto del mundo virtual al real? Tenía claro que no quería estar en el centro, donde la normativa es más estricta en los locales. Buscaba metros cuadrados y espacios con alma, y todo eso lo he encontrado en el barrio de Prosperidad, donde ahora mismo tenemos tres espacios en la misma manzana, cada uno con su propia identidad.
¿En qué te inspiras y qué te sigue sorprendiendo de tu trabajo? Me inspiran muchísimo los viajes y la naturaleza. Descubrir nuevas culturas y su artesanía, a las que trato de acercarme desde la curiosidad, con una mirada limpia, alejada de una tendencia, o desde un legado generacional o cultural. Esto me ayuda a ir armando mi propio puzzle de referencias.
¿Cuál es la idea detrás de esta mesa tan teatral? Quería trasladar la idea de un viaje en el tiempo con un toque ecléctico, enmarcado en una jaima marroquí, y proponer una mesa de día que fuera alegre y colorida, mezclando varios estilos y épocas, algo que está en mi ADN. Hay piezas del siglo XIX y actuales, pero todas con el denominador común de la artesanía.
¿Cómo podemos reproducir este efecto escenográfico en casa? Hay que apostar por una pieza que tenga fuerza visual. Un mantel atrevido sube el tono, y una buena cubertería denota la calidad de la mesa. Te puedes encaprichar de una servilleta, pero una buena cubertería "te jubila", si es de plata, envejece de maravilla y es una inversión para toda la vida. Incluso en espacios pequeños y con los básicos de todos los días se puede hacer magia, si incluimos una pieza que sea especial.
¿Mantel blanco o mantel de colores? Los dos. Depende mucho de los objetos que coloques encima, sobre todo la vajilla. Con una base de color, puedes jugar con platos más neutros, pero si inviertes el contraste, el resultado puede ser apasionante. Aquí hemos combinado las formas orgánicas de la vajilla con la geometría del mantel.
¿Qué no puede faltar nunca en una mesa? Flores, frutas o velas.
Este número esta dedicado a piezas únicas. ¿Qué pieza es más especial para ti y por qué? Una alacena francesa del s. XIX donde guardo una colección de cerámica negra de Astier de Villate. En cada viaje a París, me acerco a su tienda en la Rue St. Honoré y compro una pieza. Es algo muy simbólico para mí, como un ritual que me acompaña desde hace quince años.
¿Qué hay que hacer para ser un buen anfitrión? Disfrutar del proceso y vivirlo como algo divertido, sin estrés. Hay que saber delegar y repartir las tareas de forma que a cada uno le haga ilusión. Creo que la cocina es un acto de generosidad. Mi marido disfruta muchísimo cocinando, y a mí me encanta la decoración de la mesa, así que formamos un tándem perfecto.
¿A quién le gustaría invitar a cenar o a comer? A Frida Kahlo, aunque atormentada por todo lo que le sucedió, pienso que supo vivir el arte y fue transgresora. Y a Gabriella Crespi, una artista italiana, con una visión del diseño interesantísima, y pionera en el uso del ratán y el bambú en los setenta.
Alejandra Manzano es redactora experta en arquitectura, arte y diseño. Antes de encontrar su trabajo favorito, ha concentrado 15 años de experiencia en el campo de la edición, la dirección de arte, la publicidad y la comunicación cultural.
Licenciada en Bellas Artes por la UCLM, siempre se ha sentido atraída por la belleza de los objetos y los espacios, y por las personas con espíritu creativo.
Empezó a trabajar en agencias de publicidad como copy, y, posteriormente, fue dircom de un laboratorio farmacéutico y Social Media Manager de Fundación Montemadrid, Alfaguara y Santillana, que le permitieron compaginar su trabajo con la literatura y el arte, sus otras grandes pasiones además del diseño.
Tras casi una década dedicada a la comunicación, dio un importante giro en su trayectoria profesional haciéndose un hueco como ilustradora de prensa, publicando regularmente en medios como ICON y El Mundo, y editoriales como Espasa o Periférica. Ha sido profesora de diseño gráfico en la Escuela Internacional de Protocolo y, tras completar su formación en edición y corrección, trabajó como coordinadora de libros de arte y fotografía en La Fábrica. También ha formado parte de festivales como Madrid Design Festival o PHotoEspaña.
Siempre a la búsqueda de casas y cosas bonitas (incluyendo hoteles, objetos de diseño o proyectos de interiorismo) ha sido redactora en numerosos medios especializados entre los que se cuentan AD, Arquitectura y Diseño y Diariodesign. Los que la conocen dicen que no hay nada que le haga más feliz que viajar, aprender historia antigua, la voz de Elvis Presley y ver pelis de Casavettes.