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Los amantes de las burbujas saben bien cómo funciona: te compras una botella de champán o cava, la llevas a casa y la guardas en el frigorífico inmediatamente para que esté bien fría cuando por fin estés listo para beberla. Sin embargo, según un experto en elaboración de vinos, puede que esta no sea la mejor manera de tratar el champán: al parecer, el champán no siempre debería refrigerarse.
"Si piensas disfrutar de tu botella de champán (o vino espumoso) en los tres o cuatro días siguientes a la compra, está bien guardarla en el frigorífico", expliuca en el Huffington Post Marie-Christine Osselin, directora de calidad de vinos de Moët & Chandon.
Pero si van a pasar más de unos días antes de abrir la botella, es mejor que no la metas en el frigorífico.
"Si la dejas en el frigorífico durante semanas, el corcho puede secarse por falta de humedad", explica Osselin. "A medida que los corchos se secan, el sello entre la botella y el corcho se afloja y el champán se oxida más rápido, lo que cambia sus aromas".
En el mundo del vino, la palabra "aroma" se refiere a los pequeños compuestos olorosos que percibimos cuando olemos el vino. Pero, como el aroma y el gusto trabajan juntos para crear el sabor de un vino, cualquier cambio que se produzca en el aroma de tu champán también tendrá un efecto en tu impresión general sobre él.
Por lo tanto, en lugar de meter las botellas de champán directamente al frigorífico, Osselin recomienda guardarlas en un lugar fresco y oscuro con una temperatura constante, como una bodega, en la despensa o en el armario más fresco de la cocina. Luego, entre 15 y 20 minutos antes de que quieras abrirlas, mete las botellas en una cubeta llena de hielo y un poco de agua, así la tendrás a la temperatura perfecta a la hora de beberlas.
















