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Si hay algo que identifica a las casas de las abuelas en los pueblos, al menos las de hace unos años, esas son las cestas de mimbre. Todavía recuerdo cómo yo misma tenía una de mi tamaño cuando era una niña. Una en la que poníamos los huevos recién cogidos de las gallinas. Otra cesta de mimbre para recoger setas directamente del campo en el otoño, otra para guardar los accesorios de costura, otra para la fruta y la verdura… Las casas de mi familia siempre han estado llenas de cestas de mimbre que, además de su practicidad, conformaban un elemento protagonista de la decoración de la casa.
Así que, este 2025, el año en el que se consolida la vuelta de lo retro y lo vintage, y en el que está en auge la vida slow de los pueblos y todo lo que le rodea, no es de extrañar que artículos como estas cestas que estaban en casa de mi abuela hayan vuelto con fuerza.
No es algo que diga yo, es algo que se percibe si echamos un ojo rápido a los catálogos de nueva colección de las tiendas de decoración. Aunque las cestas de almacenamiento de mimbre y ratán han formado siempre parte, de forma silenciosa, de estos catálogos, es cierto que tomaron fuerza hace unos años, con el auge del estilo escandinavo. De hecho, ahora las vemos en casas y pisos de cualquier estilo.
Para mí, a título personal, hacerlas protagonistas del orden y el almacenamiento en mi casa pequeña ha sido, más allá de lo práctico, un homenaje a mis raíces en el pueblo y a lo vintage que tanto me gusta.
Las cestas de mimbre que me han permitido ahorrar almacenamiento y estética a mi casa pequeña
Es cierto que guardo con mucho mimo muchas de aquellas cestas de mimbre que formaron parte de mi infancia. Pero, además de ellas, me he hecho con otras más actuales que me han permitido ahorrar aún más espacio y añadir almacenaje en casa. Y es que en mi casa, de apenas 55 metros cuadrados, cada solución para ordenar es una alegría.
A diferencia de las que guardo de mis abuelas, he optado por comprar cestas que guarden la misma estética pero sin el asa rígida que servía para colgarla del brazo. Y ello a fin de que me encajen perfectamente en cualquier rincón.
Cesta de mimbre Sikar Natural
Esta de Leroy Merlin, que tiene 5 litros de capacidad es, por sus asas, bastante fiel a las de mi infancia. Por su capacidad, es la que he escogido para guardar las mantas de sofá en el salón. Siempre está en la misma esquina, formando parte sutil de mi decoración entre rústica y mediterránea. En verano, como recojo las mantas debajo de la cama, la utilizo para guardar algunos juegos de mesa.
Wenko cesta
Esta cesta de Lidl ha sido una de mis últimas compras, en lo que a deco se refiere. La tengo colocada debajo del recibidor en casa, al lado de una damajuana y, aunque allí me convence del todo, creo que la practicidad hará de ella un futuro cubremacetas para esa parte de la casa.
Cesta de almacenamiento con dobladillo
Este pack de dos cestas en diferentes tamaños de Maisons du Monde son las que he escogido para colocar el papel higiénico y mis utensilios de belleza en un armario abierto que tengo debajo del lavabo en el cuarto de baño. Me parecen que quedan ideales porque reducen mucho el ruido visual y aportan una estética entre rústica y vintage de lo más bonita.
Cesta de mimbre rectangular con asas de madera
Estas cestas de Amazon son, desde luego, una de las compras de las que menos me arrepiento. Son las que están colocadas en las estanterías de mi cocina, guardando tuppers, botellas de agua reutilizables y fruta y verdura. Son ideales, tienen mucha capacidad y, además, me ayudan a conseguir ese aspecto retro que tanto persigo.
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Cesta de almacenaje con tapa
Y esta de H&M Home no podía usarla para otro fin: es mi caja de la costura, tal y como lo fue una idéntica en casa de mi abuela. Un costurero improvisado que queda ideal en el salón.
Además, me parece preciosa para utilizarla como botiquín, para guardar accesorios de escritura o, incluso, en una habitación infantil, para los accesorios del bebé.
