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Decía Federico García Lorca que "Granada está indefensa ante la gente; pues ante los halagos nada ni nadie tiene manera de defenderse". Y es que Granada tiene algo que atrapa, quizá sea la mezcla de culturas que aún se percibe en sus calles, la monumentalidad de la Alhambra o esa forma de vivir relajada que convierte cada día en una experiencia distinta. Ninguna cultura ha podido resistirse a sus encantos y todavía hoy se rinden a sus pies todos quienes la visitan. Y allí, en pleno centro, a pocos minutos de la Catedral y frente a la colina donde se alza el palacio nazarí, se encuentra el Barceló Carmen Granada, un hotel que no solo toma su nombre de la anterior propietaria, doña Carmen, sino que también se inspira en los tradicionales "cármenes" granadinos, esas casas con huerto que representan la esencia de vivir en esta ciudad. Su vocación es precisamente esa, ser una casa abierta al viajero, un lugar donde sentirse parte de Granada.
El proyecto de interiorismo, firmado por Ilmiodesign, refuerza esa idea, y las zonas comunes, las habitaciones y los rincones están llenos de detalles que nos recuerdan a cada paso, dónde tenemos la suerte de encontrarnos. Las celosías reinterpretadas, la cerámica artesanal y una paleta cromática que remite a los tonos de la Alhambra convierten al hotel en un homenaje contemporáneo a la tradición local.
El recorrido comienza en los espacios comunes, donde la primera impresión es la de una luz cálida y generosa. En el lobby convive un mobiliario de líneas redondeadas y tapicerías en tonos tierra y dorados acompañado de piezas decorativas que evocan la tradición nazarí, como las citadas celosías talladas hasta los motivos geométricos que se repiten en paneles y lámparas.
Las 251 habitaciones continúan esta narrativa, combinando neutralidad cromática con acentos de color. Los cabeceros tapizados en rojo almagre o los cojines con motivos gráficos aportan dinamismo a un conjunto dominado por el blanco roto y los tonos arena. La madera natural en el pavimento y en el mobiliario ligero refuerza la sensación de calidez. En algunas estancias, la zona de estar se abre con mesas circulares y sillas tapizadas, recordando la estética mediterránea.
Los baños, especialmente en las Junior Suite, se han concebido como verdaderos espacios de bienestar. El mármol en paredes y suelos dialoga con la pureza de una bañera exenta y una ducha doble de líneas minimalistas. La entrada de luz natural potencia la sensación de frescura, mientras que los accesorios en negro mate y los textiles de calidad refuerzan un lenguaje de sofisticación sobria.
La gastronomía se despliega en dos escenarios principales. En el restaurante La Santa María Gastrobar, la propuesta combina tradición andaluza con cocina internacional. El diseño interior acompaña esa filosofía: mesas de madera oscura, sillas de líneas limpias y detalles artesanales que subrayan el vínculo con lo local. En la terraza B-Heaven, en cambio, el protagonismo lo tienen las vistas. Con mobiliario ligero, tapicerías en tonos verdes suaves y la presencia de naranjos en macetas, el espacio evoca un jardín suspendido sobre la ciudad. Allí se sirven cenas y cócteles con la Alhambra al fondo, en un entorno que resume la esencia granadina.
El rooftop es, sin duda, la pieza más buscada del hotel. La piscina, concebida como un espejo de agua abierto al paisaje, se integra en una superficie revestida de azulejos geométricos que reinterpretan la tradición andalusí en clave contemporánea. El uso del color, con naranjas intensos en sombrillas y detalles cerámicos en el suelo, aporta vitalidad a un espacio pensado para el relax y la socialización. La combinación de tumbonas, mesas y sillones convierte esta terraza en un escenario versátil donde leer bajo el sol o disfrutar de un cóctel al atardecer con La Alhambra en el horizonte. Ya lo decía Francisco de Icaza en la cita que podemos encontrar entre las torres bermejas de la Alhambra, "dale limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada".
Más información: Barceló Carmen Granada.