- Los mejores hoteles boutique de diseño para disfrutar de un retiro de yoga y bienestar.
- Los hoteles más bonitos y lujosos de España que debes conocer.
- Las casas rurales con más encanto de España para desconectar.
- Cómo son los hoteles eco, una apuesta más sostenble para las vacaciones y las escapadas.
En ocasiones, hay que echarle cuento a la vida, más que cuento, una narrativa propia e independiente de la realidad, en la que todos los protagonistas tengan su alter ego, con un escenario propio en el que desarrollar la imaginación. Eso ocurre aquí, en el Palacio Helguera en Las Presillas, Cantabria. Cuando Malales Martínez Canut encontró este edificio del siglo XVII de tres plantas y más de 900 m2, rodeado por nueve hectáreas de jardín exótico, leyó algunas señales que le decían que se trataba de su nuevo refugio. "Buscaba una que me indicara si debía o no comprarlo. Y cuando me explicaron que fue mandado construir por el Conde Santa Ana de las Torres, mano derecha del virrey del Perú, para su retiro a su vuelta a España, ahí estaba. Ya que yo soy descendiente de la hija del virrey de Nueva España, Ana Agustina Berenguer de Marquina Anzoatégui y Fitzgerald, nieta de los Condes de Devon. Sentí que me estaba predestinado", comienza la interiorista.
No dudó y se hizo con arquitectura historicista de planta cuadrada, cuatro fachadas de sillería y tres alturas, con zaguán de entrada con dos escudos y tres arcos. Entonces invitó a toda la familia para que disfrutara de él. "Mi hijo, el escritor Juan Mateu de Ros, rápidamente escogió su habitación y la bautizó como la cámara de Juan Osorio, el protagonista de una de sus novelas, uno de mis cuñados escogió otra y la llamó Conde de la Gomera, otra se denominó Condesa de la Camorra... Todos son personajes documentados. Pero eso sí, mi familia me avisó. ¿No creerás que vamos estar aquí fin de semana tras fin de semana?", explica. Decidió convertirlo en un pequeño hotel de once habitaciones, cada una homenajeando a una personalidad, para que cuando no lo disfrutaran ellos, otros pudieran dormir en estos ilustres aposentos.
96f-49c0-b067-e39a074658e1' align='center' size='medium' share='true' caption='En el comedor de desayuno se recreó un ambiente rococó con suelo de mármol negro Zimbabue y Travertino haciendo dibujo geométrico. En el centro, mesa provenzal de roble del s. XVII, con busto de piedra, de Ateliers C&S Davoy, a la venta en la web del hotel; sillas de mimbre y mesas de mármol, de Brucs. "El biombo está realizado con un brocado de un taller de trajes de fallera", explica. En las paredes, colección de grabados de arquitectura franceses s. XVIII; araña de cristal de Bohemia y bronce del s. XVIII que Malales encontró en un anticuario de Montpellier.' expand='' crop='original']
Malales contactó con su equipo de confianza para poder rehabilitar la construcción. Del exterior recibió la ayuda del arquitecto Emilio Pardo, y en el interior, de la decoradora María Mas, quienes también colaboraron en la adaptación de las caballerizas para convertirlas en dos grandes suites. "Comencé a investigar sobre los palacios santanderinos de la época en la que triunfó el Rococó, así que estaba claro que este universo debía seguir esta estética", señala. Sumó antigüedades francesas del gusto de la época, paredes con papeles y entelados, suntuosas telas vegetales, elementos chinescos y desarrolló estos microuniversos. Sus muebles favoritos se cuentan por pares, ya que una de las obsesiones de la decoradora son las piezas gemelas para aportar simetría. "Como las cómodas en nogal del comedor patinadas, dos jarrones con chinoiseries, o los cuadros de los Jardines de Sabatini", asegura. Junto a ellas, algunas de su propio estudio de interiorismo Malmaca Design y, además, se pueden comprar, porque el palacio también es un anticuario del que llevarte un recuerdo por el que hayas sentido un flechazo. "Aquí formas parte de una fantasía de una novela llamada: Once despertares 400 años antes", concluye.
Realización: Mercedes Díaz de Rábago.