Un preciosa casa rodeada de vegetación y abierta a la playa de El Portet
Esta casa pasó por una reforma integral sin perder su identidad mediterránea. Ahora, el paisaje alicantino forma parte de ella.

Zdenka Lara, la propietaria de esta vivienda, valora las cosas sencillas de la vida, las maravillas que nos ofrece la naturaleza, la luz, el sol, los paisajes…
Y su casa de Moraira, en Alicante, es buena prueba de ello. Aquí se escapa siempre que puede con Pepe, su marido, su hija Ainoa y su perro. “Esta zona nos apasiona. Es familiar y tranquila, pero también tiene muchos planes, ya que hay gente que vive aquí todo el año, y mucha juventud”, aclara Zdenka. “Además, sus playas son de arena fina, encuentras calas de agua de color azul claro y rincones fantásticos donde desconectar y relajarse en familia y con amigos”. Por eso decidieron comprar esta casa tradicional, rodeada de un entorno natural y sereno, con unas vistas espectaculares a la cala de El Portet. Aunque en origen estaba bastante deteriorada, tenía posibilidades. “Era muy mediterránea, de los años 50, lo que le daba mucho encanto”, afirma Zdenka.
El estudio H UP Interiorismo+Diseño, donde trabaja como CEO, y la constructora Catala Puig, de Teulada, la convirtieron en una vivienda contemporánea. El equipo de H UP Interiorismo+Diseño comenzó por planificar el exterior. Se realizaron terrazas superpuestas y los porches —de madera de pino con cubiertas de cañizo y hojas de palmera— se ubicaron con distintas orientaciones para disfrutar de este maravilloso enclave en cualquier época del año. “Siempre hay un lugar en el que tomar el sol o encontrar la sombra, desde el que contemplar el mar, comer o disfrutar de agradables tertulias hasta el anochecer. Para ello hubo que igualar los desniveles del terreno.
Esto fue, sin duda, lo más complicado de las obras: crear una parcela que se pudiera recorrer de punta a punta sin interrupciones, y en la que también hubiera una alberca para refrescarse”, recuerda Zdenka Lara. Además, el interior se diseñó de manera que se pudiera contemplar el paisaje desde cualquier ubicación: tanto en la gran área social, con salón, comedor y cocina integrados, como en los dormitorios, todos con salida al jardín. El cemento pulido, que se utilizó para revestir tanto los suelos como el mobiliario de obra y parte de las paredes, fue un nexo de unión. “El color elegido, el marfil, viene a ser una cálida piel monocromática que permite jugar con los textiles y añadir detalles en colores más llamativos”, cuenta la propietaria, quien disfruta de una casa de inspiración mediterránea con alma propia.


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