Un piso pequeño que juega al despiste con sus límites
Un juego de espejos y de ventanas interiores ha conseguido multiplicar los 51 m2 de esta vivienda.

"Que no hubiera ni tabiques ni puertas convencionales, que no se llegara al techo con nada opaco y, lo más difícil, desorientarse en 50 m2". Estos tres objetivos tan ambiciosos fueron los que se plantearon los integrantes del estudio de Manuel Ocaña cuando a su oficina llegó una joven propietaria con un piso de 51 m2 que quería reformar. "Ella tenía claro que quería madera, baldosas hidráulicas y un tatoo como Beyonce", explican.
Combinar ambas propuestas exigía medidas radicales. El estudio despejó toda la vivienda y trazó nuevas fronteras para las estancias gracias al uso de muebles y mamparas de cristal. Un pilar en el centro del espacio, que en principio podría parecer un inconveniente, se convirtió en su aliado al servir de base para marcar la nueva distribución: una cocina abierta al salón-comedor, un cuarto de baño y un dormitorio. Al fondo, oculto tras una pared de espejos, un volumen oculta la zona más íntima del baño y espacio de almacenaje. Este juego de reflejos y transparencias consigue, por un lado, ampliar visualmente los metros cuadrados y, por otro, juega al despiste con los verdaderos límites de la vivienda.



Cómo decorar una casa práctica y funcional

En esta casa priman los tonos cálidos y la luz natural

Una casa señorial con decoración japandi en Madrid

Parece una casa del arbol pero es para una familia