Un apartamento de 55 m² que aprovecha todo el espacio tras una reforma total
Hacer que un piso pequeño parezca más amplio y luminoso se logra con recursos infalibles: zonas abiertas, puertas correderas y el uso de espejos.

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Situado en uno de los barrios de moda en Barcelona, Poble Nou, se encuentra este apartamento exterior de 55 m2 que ya había sido acondicionado en su día en cuanto a fontanería y electricidad. Tan solo faltaba su puesta de largo, es decir, amueblarlo y decorarlo para dejar su interior más grande, luminoso y muy cuidado. Su propietario dio carta blanca al estudio de interiorismo Nice Home Barcelona para desarrollar el proyecto con la condición de "aprovechar al máximo los escasos metros de los que disponía". Dara Díaz —responsable del estudio— se puso manos a la obra. Las primeras dificultades surgieron por la difícil distribución del apartamento, en forma de L, que complicaba aún más la presencia de cada estancia. Se decidió dividir el piso en dos zonas: una pública, a la entrada, y otra privada, al fondo.
En la primera se optó por reunir en un mismo espacio cocina, comedor y salón; eso sí, respetando los límites de cada uno. Los revestimientos jugaron aquí un papel primordial, y es que diferentes materiales en techos y suelos separan los ambientes. Así, la cocina y el office cuentan con un original techo de madera y suelo hidráulico, mientras que en el salón se dispuso un techo de hormigón y el pavimento de madera.
El único dormitorio y el cuarto de baño con ducha se ubicaron en la zona privada. Estos dos espacios quedan aislados o comunicados con la zona social gracias a una puerta corredera que permanecerá abierta o cerrada, según necesidades. Una vez distribuidas las estancias, le llegó el turno a la elección del mobiliario, que fue clara desde un principio. Dara optó por un equipamiento sencillo y funcional, solo lo absolutamente necesario, y se buscaron con acierto piezas que aportaran ligereza para lograr una vivienda desahogada. Quizás la única concesión al diseño la vemos en el comedor, con una mesa redonda y sillas tipo Eames, que le dan un aire nórdico.
Los tonos se eligieron neutros en ambas zonas, para que textiles y complementos pusieran la imprescindible nota de color y no caer en la monocromía. Para ello se decantaron por colores verdes y azules, que combinan a la perfección y transmiten frescor y serenidad. Al final del proceso decorativo se logró con éxito los deseos del propietario. Ahora la vivienda parece mayor y más luminosa, aunque tenga los mismos metros cuadrados que en un principio. ¡Es la magia de la decoración de interiores! A veces, se consigue lo imposible…
¡Echa un vistazo a todos los ambientes!


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