Un cortijo reformado rodeado de olivos en Málaga
La luz y el clima del sur fueron cómplices de esta historia de amor entre un viejo cortijo y su dueña. Mantener el espíritu de la casa fue clave a la hora de la reforma.

Debido a su trabajo, la interiorista Ana Fernández carecía de un lugar de residencia permanente. Sus continuos viajes entre Holanda y España —es propietaria del estudio Barefoot Styling— la llevaban a pasar temporadas entre ambos países. Todo cambió cuando descubrió esta finca, situada en el interior de Málaga, cerca de Villanueva del Trabuco. Ana había viajado al sur en busca de un lugar soleado y con buen clima para establecer su base de operaciones en España.
Cuando vio por primera vez la casa rodeada de olivos, y cerca tanto del mar como del aeropuerto, comprendió que el cortijo era justo lo que necesitaba. Por experiencia, sabía que transformar una vivienda ruinosa —el edificio se construyó en 1945— en un hogar era complicado, pero Ana Fernández puso en práctica toda su profesionalidad para lograrlo.
El objetivo principal era inundar de luz cada rincón del edificio. Para lograr claridad, abrió un ventanal en el salón y pintó paredes y techos en blanco. El suelo se sustituyó por cemento pulido, la instalación eléctrica se actualizó y puertas y ventanas se renovaron. Por último, Ana se centró en la decoración. Su idea era lograr ambientes acogedores sin alterar el espíritu rústico. La recuperación de algunos muebles originales, actualizados con pintura blanca, fue clave para dar forma a su proyecto.


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