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Cuando las interioristas de La Albaida visitaron por primera vez esta vivienda centenaria en el Paseo de Reding, experimentaron lo que ellas mismas describen como "amor a primera vista". El piso, de 210 metros cuadrados, forma parte de uno de los dos bloques denominados "Las Casas de Félix Sáenz", obra del arquitecto Fernando Guerrero Strachan (1879-1930), quien también fue académico y alcalde de la ciudad. Estos inmuebles, construidos en 1922, se elevan en planta baja más tres alturas, articulando sus fachadas con entrantes y salientes cubiertos con vertientes de diferentes alturas que originan pabellones de aleros volados, terrazas, miradores y acristalamientos.
La decoración del edificio combina elementos neomudéjares y neorrenacentistas, al gusto de la época. Destacan el uso de diversos materiales como el ladrillo, la cerámica, el mármol y la piedra, así como la rejería de los balcones y la profusa ornamentación de la fachada. Todo ello proporciona una riqueza cromática que se acentúa especialmente a primeras horas de la mañana y media tarde. Su ubicación privilegiada frente al "Palacio de la Tinta", un exquisito edificio de influencia francesa construido en 1908, crea una atmósfera única. A solo cinco minutos a pie comienza el Paseo del Parque, que finaliza en la emblemática calle Larios.
Pero si algo cautivó definitivamente al estudio La Albaida fueron los suelos de mosaico Nolla, perfectamente conservados a pesar del tiempo transcurrido. Este pavimento decorativo, producido en la fábrica de Miguel Nolla en Meliana (Valencia) entre 1860 y 1920, es tan singular como icónico. Alfonso Braquehais, el arquitecto al frente de la reforma, tampoco dudó en conservarlos, y contar con Genaysa como empresa constructora resultó un acierto, dada su experiencia previa en la recuperación de este tipo de mosaico en otras viviendas del edificio.
Preservar los elementos arquitectónicos originales de este edificio histórico protegido fue prioritario desde el principio. De esta manera, las ventanas se pintaron, pero las puertas, una vez eliminada la pintura anterior, revelaron tal belleza en su madera natural que se decidió conservarlas así. Como reflexionan las interioristas de La Albaida: "El proceso artesanal se rechazaba antaño porque no era capaz de hacer piezas idénticas, y precisamente en la actualidad ese es el valor de lo artesano. Esta 'imperfección' hace que sean piezas únicas".
Claves del interiorismo
Con el objetivo de respetar al máximo los suelos de mosaico Nolla, La Albaida eligió muebles de la firma italiana Pianca: ligeros, elevados y con patas altas, contemporáneos y de estilo atemporal. Tampoco se utilizaron cortinas en ninguna habitación, ya que las ventanas cuentan con contraventanas mallorquinas para regular la luz, y porque, como explica el estudio, "de esta forma dejamos visible otra de las joyas de esta vivienda, sus puertas y ventanas del año 1922, que hemos recuperado gracias a Ifamasa". Las lámparas son de la firma checa Bomma, que combina diseño contemporáneo con artesanía tradicional. Las obras de arte fueron seleccionadas con la ayuda de Marta del Corral, reconocida gestora cultural de Málaga, apostando por artistas locales: Pedro Zamora, Óscar Pérez y Enrique Brinkmann. Por último, para las paredes se escogieron pinturas de la firma inglesa Farrow & Ball.
En el salón, el sofá se vistió con telas de Casamance en tonos neutros, y cojines con toques de azules y tierras que recogen las tonalidades del mosaico. La alfombra también mantiene un tono neutro con acabado vintage para no competir con el suelo. Las mesas de centro tipo nido, de estética minimalista en negro, agregan un toque actual a la estancia.
Las dos obras del salón pertenecen a Enrique Brinkmann, nacido en 1938, cuya obra forma parte del MOMA de Nueva York: "Puntos y Manchas en Positivo" (2014) y "Puntos y Manchas en Negativo" (2014).
En la sala de estar, el dibujo del suelo tiene tanto protagonismo que se jugó con el tono azul del mosaico, eligiendo para el sofá de tres plazas una tela azul cobalto de Casamance. De hecho, se evitaron las alfombras para no tapar el diseño. Las mesas de centro Pianca crean juegos geométricos con el mosaico. El sillón destaca tanto por su estética ecléctica como por su confort. Frente al sofá, un aparador azul intenso de la firma Pianca caracteriza el ambiente con estilo y elegancia. En esta estancia sobresale una obra de gran tamaño de Óscar Pérez, cuyos tonos azules del mar conectan con el resto de elementos de la habitación.
Un rincón especialmente querido es el espacio de trabajo junto a las ventanas, rodeado de luz natural durante todo el día. Las vistas ofrecen al frente el "Palacio de la Tinta", que traslada a la romántica ciudad de París, y a la izquierda, parte de la fachada del edificio histórico. "No podíamos imaginar un lugar mejor para trabajar", comenta el estudio.
Este espacio se completa con una obra de Pedro Zamora, artista cuyo proceso creativo despertó gran curiosidad en las interioristas. Como él mismo afirma: "yo no pinto nada". Utiliza tapas de libros para crear sus obras, y es al manipularlas cuando se produce la catarsis que lleva a estos deshechos a vivir otra vida. La visita a su estudio permitió a La Albaida conocer de primera mano su singular proceso de creación.
La mesa de comedor destaca por su ligereza y líneas limpias, con aristas redondeadas y tapa de cristal lacado. Sobre ella, la lámpara Bomma aprovecha la impresionante altura de los techos –otra de las características que enamoró al equipo desde la primera visita–, para incorporar una pieza de espectacular diseño. La elección de los colores del mobiliario pretende destacar el suelo y sus tonalidades. La vista desde la ventana muestra el otro edificio que compone, junto con este, el conjunto histórico denominado "Las Casas de Félix Sáenz".
Antes de la reforma, la cocina estaba en la parte trasera, como era habitual en las casas de 1922. En la nueva distribución, diseñada junto al estudio KOKKEN, se creó una cocina abierta al comedor y salón, con puertas correderas que pueden cerrarse para evitar ruidos y olores.
Para el mobiliario, se eligieron puertas blancas sin tiradores pero con sutil enmarcado, y encimera de porcelánico Neolith. Los electrodomésticos se panelaron para generar una vista más estética desde el salón. Asimismo, la cocina tiene el mismo suelo mosaico Nolla del comedor y del salón, aunque con diferente dibujo.
La isla incluye grandes cajones para almacenaje y exhibe la misma encimera de Neolith, que se prolonga a modo de barra para desayunos o cualquier otra comida del día. Sobre ella penden unas originales lámparas de grandes dimensiones de delicado ratán trenzado.
El dormitorio principal ocupa lo que fue la antigua cocina y habitación de servicio. La cama se ubicó donde estaban los antiguos fogones. Para ello, se diseñó un cabecero panelado de suelo a techo que incorpora nichos iluminados que sirven de apoyo a las mesitas, que por el espacio existente iban a ser necesariamente pequeñas. Esto también permitió adelantar la cama para que las mesitas no quedaran encajadas en el hueco de los antiguos fogones. La ventana, que da al muro de contención del edificio donde se puede leer el año de construcción y el nombre del arquitecto Fernando Guerrero Strachan, es original de la vivienda.
En el espacio del antiguo cuarto de servicio se instaló el vestidor, con armarios de diseño personalizado Pianca, cristales ahumados e iluminación interior. Llama la atención la viga constructiva original del edificio que actúa como divisor de ambientes entre la cama y el vestidor.
En el baño se seleccionó microcemento para el suelo, combinando con los del dormitorio y el vestidor. El mueble pertenece a la colección Forma de Inbani por su diseño geométrico con esquinas achaflanadas, y la grifería de la marca Toro Bath presenta un diseño retro dorado mate.
La esquina donde se encuentra la bañera exenta, también de Inbani, resulta especialmente atractiva gracias a la lámpara Bomma, que crea una iluminación de ambiente perfecta. La ventana da a un patio interior y, como en el resto de la casa, se conservó y recuperó la original.
Esta habitación era el antiguo dormitorio principal de la casa y tenía poca luz natural. Se decidió animarla dándole un tono cálido coral al techo y envolviéndola en papel pintado con textura natural en tono neutro. La iluminación da protagonismo a los cuadros de Pedro Zamora, que encajan como un guante con las tonalidades de la estancia.
El segundo baño no existía en la distribución original, así que se creó uniendo la despensa y el lavadero. Para su diseño, se aprovechó el suelo hidráulico de damero en blanco y negro. Las paredes se revistieron con microcemento color lino, y para añadir un toque contemporáneo, se eligió un mueble de lavabo con forma geométrica en azul petróleo.
El antiguo cuarto de la limpieza se transformó en un aseo pequeño pero muy elegante y acogedor, con armario de instalaciones y zona de lavandería ocultos con puertas de suelo a techo. Para hacer un guiño a los origenes de la estancia, la pila de mármol que se utilizaba para lavar la ropa se reconvirtió en el lavabo, diseñando el mueble acorde a ella. También se construyó un nicho de cisterna encima del inodoro, con retroiluminación y fondo panelado de Orac Decor. "Al no poder reponer los cristales de las ventanas, se sustituyeron por cristal tallado con un diseño retro acorde a las ventanas originales", concluye La Albaida.
Aránzazu Díaz Huerta es experta en decoración en Nuevo Estilo, por eso ha convertido su hogar en una especie de pop up store de las últimas tendencias, y por eso disfruta tanto elaborando contenidos sobre interiorismo. Además, se lo pasa genial buscando los hoteles más originales del mundo para sorprender a sus lectores. Le apasiona todo lo que tiene que ver con el hogar, pero también la moda, la belleza, el lifestyle y las mascotas, y aunque no tiene cuenta en TikTok, no se pierde ni un solo trend.
Se graduó en Comunicación Audiovisual en 2016 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y continuó sus estudios con un máster en Periodismo Cultural por la Universidad San Pablo CEU. En el verano de 2017, hizo el curso de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Y cuando llegó la pandemia, se refugió en el Curso Online de Periodismo Especializado en Moda, Belleza y Estilo de Vida de la revista Vogue en Condé Nast College Spain. Además, como buena cinéfila que es, ha colaborado en el libro ''El clasicismo en el cine. Una mirada intergeneracional'', de D. Pedro Sangro Colón y D. Miguel Ángel Huerta Floriano.
Antes de comenzar su trayectoria en el mundo del periodismo freelance, pasó por la Cadena Ser de Oviedo y la revista cultural El Duende. También tuvo su propia columna de opinión en el periódico Salamanca RTV al día.
Desde el año 2017, colabora como redactora de contenidos online en Mi Casa, Nuevo Estilo y otras revistas del Grupo Hearst, incluyendo el departamento de Branded Content. En su tiempo libre, escribe relatos de ficción y no ficción, habiendo publicado en la revista literaria Fábula, y hace fotografías de paisajismo (especialmente, de lugares donde haya flores).


































