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Dice la interiorista Rosa Lahoz del estudio Lapopie, que lo primero que llamó su atención cuando entró a esta casa fue la oscuridad. "Ni una ventana en la parte central que dé a un patio de luces…", se lamentó. Si a esto le sumamos que era del año 1905, que estaba excesivamente compartimentada, con paredes torcidas y agrietadas, era muy oscura, ya que la entrada de luz procedía únicamente de la fachada y de la galería posterior, parecía claro que encontrar la máxima luz natural se convirtió en el principal objetivo de la reforma integral de este piso ubicado a escasos pasos del centro de Zaragoza.
Los propietarios no querían una vivienda cualquiera, por eso recurrieron a Lahoz: "Los propietarios huían del minimalismo y de proyectos muy de catálogo", comenta Rosa Lahoz, que continúa afirmando:"buscaban algo especial, con mucha personalidad. La pareja, de mediana edad y sin hijos, ha vivido en varios países y también querían que esto se reflejara en las distintas estancias, de ahí los toques étnicos, orientales e ingleses en diferentes elementos". Además, teniendo en cuenta que se trata de una segunda residencia, otra de las peticiones que solicitaron era que el piso reflejara la esencia de un hotel boutique para dos, "un deseo cumplido al detalle en la suite".
Inspirado en la esencia de los años 60-70, el piso se ha decorado con piezas exclusivas estilo mid-century, alternadas con otras artesanales más rústicas, siendo el 90% de los muebles recuperados. Esta acertada combinación se potencia con la variedad de colores, destacando los rescatados de las centenarias paredes, junto con otros elementos originales, como molduras y rosetones, paredes de ladrillo y columnas de hormigón. Ella misma define la transformación "de brutal, de efecto wow! Pasó de ser un piso viejuno, oscuro, que no se había reformado nunca, a otro de estancias amplias y luminosas, con un estilo claramente ecléctico-maximalista que hace de hilo conductor entre los espacios, planteados bajo un concepto abierto". La luminosidad se logró tras tirar tabiques, anular el pasillo, y jugar con cerramientos de cristal y celosías.
El acceso a la vivienda se produce por la puerta original, recuperada y pintada en un tono marrón berenjena con listones verde salvia, el mismo color que matiza las vigas de hierro del techo. Desde allí se accede directamente al espacio social, articulado bajo un concepto abierto que une salón, comedor y cocina. La disposición del mobiliario marca los distintos ambientes sin necesidad de tabiques: a un lado, la zona de lectura y televisión con chimenea; al otro, el comedor, instalado en lo que antes fue una habitación ciega. Se han mantenido las molduras y los rosetones originales, ahora integrados en techos del mismo color, y en las paredes se han rescatado antiguas capas pictóricas con un característico efecto agua, que se combinan con pilares estructurales de ladrillo visto.
En el comedor, la pared de ladrillo se conserva como fondo y sobre ella destaca un gran cuadro en tonos mostaza. En lugar de sillas convencionales, se diseñaron un banco de hierro y taburetes con detalles de madera que acompañan a la mesa restaurada. El cierre de vidrio que separa esta zona del dormitorio permite el paso de la luz y puede cubrirse con cortinas cuando se busca privacidad.
La cocina, situada en el centro de la vivienda, se abre visualmente al resto del espacio. Un pavimento de espiga entrelazada la delimita y, sobre una base de madera y mármol, combina una pared con efecto estuco berenjena y una isla revestida con un papel étnico, el primero que se eligió para la casa. Los taburetes de cuero rojo y las estanterías lacadas en rojo inglés aportan contraste y carácter.
En la zona de noche, el dormitorio recrea la atmósfera de una suite. Dos papeles, uno de colibríes y otro de rayas, delimitan las paredes, enmarcadas por molduras color caldero que recorren el cabecero y sirven de repisa para cuadros y objetos. En continuidad, el baño conserva su ubicación original y se abre a la galería acristalada, con una ducha cerrada por una mampara naranja translúcida de aire sesentero y un conjunto de lavabos distintos apoyados sobre una pared que combina papel y cerámica efecto arcilla.
Rosa Lahoz se muestra orgullosa de todo el trabajo realizado, que ha sido "un aprendizaje total", profesionalmente hablando. "El resultado es una mezcla de muchos estilos que combinan muy bien con la historia del piso y cada espacio tiene su toque especial y diferente".
Más información: lapopiedecor.com
