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La casa de esta pareja, un juez y una periodista, llevaba sin reformar desde que se fueron a vivir allí, en un edificio modernista que tiene 60 años. El apartamento conservaba su configuración original, con tres dormitorios, uno de ellos en suite, además de sala de estar y comedor independientes y una cocina cerrada, por lo que necesitaba una reforma completa. Los propietarios tenían otras necesidades y de hecho, solo se conservó el suelo de parqué original y las contraventanas. El resto cambió por completo.
El briefing que recibieron en Studio Ark, al frente del proyecto, se centraba en que "queríamos crear un hogar más funcional y acogedor", según sus palabras: "Transformar los tres dormitorios en suites, integrar la cocina con la sala de estar y potenciar los momentos sociales, ya que ambos disfrutan de recibir a amigos y familiares". Y este fue uno de los puntos focales del proyecto.
Para lograrlo, el estudio planteó una intervención integral que eliminó muros y amplió la percepción espacial. El gesto más importante fue el diseño de una gran estantería de hierro y madera lacada en blanco, que atraviesa el espacio principal y funciona como nexo entre el comedor, la sala y la cocina. Además de aportar almacenamiento y exposición para la extensa colección de libros y objetos de arte, su trazo lineal estructura la vivienda y establece continuidad visual entre las distintas zonas. Así, el área social se abre completamente a la fachada arbolada, lo que genera una atmósfera serena y luminosa. El salón se sitúa junto a los ventanales y se amuebla con piezas de carácter: un sofá modular de líneas puras, una butaca y reposapiés de cuero que aportan calidez y textura, una alfombra azul con motivos ornamentales y una figura de cerámica popular que introduce un toque lúdico.
El comedor, por su parte, se integra en la misma franja visual. Una gran mesa negra de madera ocupa el centro, acompañada por sillas tapizadas en tonos claros. Sobre ella, una lámpara escultórica de tres brazos en negro mate refuerza la geometría del conjunto y marca el eje central del espacio. Desde este punto se accede a la cocina, que se abre completamente mediante un plano de conexión directa. El proyecto aprovecha el muro de cobogó original de la fachada, permitiendo que la luz natural inunde la estancia durante todo el día.
La cocina se organiza en torno a una isla central de piedra natural, con una superficie en tonos beige veteados, que sirve tanto para cocinar como para reunirse informalmente. A un lado, el frente de madera en tono cálido integra los electrodomésticos en un plano limpio, mientras que al otro, la pared blanca exhibe una obra de arte contemporáneo. A través de una puerta que se encuentra entre la cocina y la librería, se accede a las zonas privadas.
En el área privada, los tres dormitorios fueron transformados en suites completas. Las texturas suaves, la ropa de cama en tonos grises y la luz natural que entra tamizada por las persianas horizontales crean un ambiente de serenidad absoluta. A lo largo de las paredes blancas de la casa, los propietarios, apasionados por la cultura y el arte, "fueron decorándolas con obras recopiladas durante sus vidas, adquiridas en viajes o que representan el arte popular brasileño". Se restauró el parqué original de madera y se conservaron las contraventanas de acero, dos elementos que recuerdan la historia del edificio. Esa combinación entre lo heredado y lo actual refuerza el carácter del apartamento, que se siente renovado sin perder su esencia.
Más información: @studioark_