- 12 pérgolas buenas, resistentes y fáciles de instalar en el jardín para 2025
- Las 40 plantas de interior más resistentes, bonitas, decorativas y fáciles de cuidar
- Cómo personalizar y decorar una casa de alquiler sin gastar mucho dinero
Es un espectacular dúplex de 490 metros cuadrados con unas vistas increíbles. Pero también es un inmueble de los años 70 y además (y sobre todo) alquilado. Por eso, los actuales inquilinos querían "tocar" lo menos posible para después, en una posible futura mudanza, poder llevarse consigo las cosas. Y también tenían igual de claro que la zona exterior de 60 metros cuadrados era espectacular y había que sacarle el máximo partido mientras ese fuera su hogar. Para ello decidieron ponerse en manos de Studio Júlio Sousa Paisagista.
El encargo fue crear un proyecto contemporáneo y atemporal, con un fuerte acento en la zona de ocio exterior. El dúplex, distribuido en dos plantas, conservó la disposición original. La inferior concentra las áreas íntimas, la cocina y la sala de estar; la superior se transformó en un verdadero refugio abierto al paisaje, con piscina, vegetación, pérgola metálica de lamas móviles y espacio de comedor al aire libre. Como resume el estudio, "es una reforma ligera, sin obras pesadas, pero que imprime identidad y acogimiento".
La propuesta de paisajismo refuerza esta idea de continuidad entre interior y exterior. "El paisajismo no termina en el balcón. Inspira y se expande a todo el espacio", explica Júlio Sousa. El proyecto plantea una relación fluida entre arquitectura y naturaleza, con jardineras de cemento que recorren el perímetro de la terraza. "En las jardineras utilizamos plantas que alcanzan la altura de la barandilla. De esta forma conseguimos rodear el ático de vegetación, pero sin perder la apertura hacia la vista", añade el paisajista.
La selección de especies, compuesta por palmeras y follajes densos, acompaña un mobiliario de líneas neutras en tonos pastel, pensado para dejar que la vegetación sea protagonista. El resultado es un espacio flexible y acogedor, preparado para recibir a familiares y amigos con una piscina como epicentro de la vida social.
En el interior, la intervención fue igualmente respetuosa con la condición de vivienda alquilada. El suelo original de porcelanato brillante fue cubierto con un pavimento laminado de madera, sin necesidad de retirar el original. El mobiliario combina piezas nuevas con otras cargadas de memoria personal, como el banco Mocho de Sergio Rodrigues. En palabras de los inquilinos, era fundamental integrar "objetos personales y recuerdos de viajes, que transmiten la memoria familiar".
Así, la sala social se resuelve con un esquema neutro en blanco y madera, salpicado de pinceladas de color: un sofá rosa, la butaca Pebble del Estudio Daniel Coutinho o la lámpara Dobra de André Ferri sobre la mesa de comedor. En las paredes, obras de arte y recuerdos de viajes (grabados indios, máscaras africanas) conviven con mobiliario contemporáneo y encimeras de piedras exóticas. El conjunto logra un aire urbano y atemporal, reforzado por cortinas de lino sintético en tono off-white que filtran la luz natural.
El paisajismo acompaña también este interiorismo, que se apoya en texturas naturales —madera, piedra, tejidos ligeros— y en una paleta dominada por blancos, tonos tierra y neutros. La continuidad visual se refuerza con la entrada de luz natural y la presencia de plantas que recorren diferentes ambientes. Como afirma el paisajista, "la selección de especies y su mantenimiento garantizan un equilibrio entre belleza y practicidad, todo diseñado para acoger e inspirar la vida cotidiana". El resultado final transmite esa doble condición de temporalidad y pertenencia: un proyecto "pensado para adaptarse al presente", pero también para viajar con los moradores en el futuro.