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Con casi 947 m² repartidos en dos niveles y un rooftop, esta casa de vacaciones fue pensada para lo que realmente importa en verano: convivir, relajarse y disfrutar sin restricciones. Diseñada por la interiorista Susan Marinello con arquitectura de Denton House Design Studio para una familia de ocho miembros, el proyecto parte de una idea sencilla pero poderosa: que los muebles, suelos y paredes funcionen como un lienzo en blanco sobre el que el arte y los textiles despliegan toda su vitalidad.
"Al mantener los elementos básicos en tonos neutros con maderas naturales de tonos cálidos, pudimos crear espacios que se convirtieron en el lienzo para combinar texturas, materiales y elementos que reflejaban la cultura de la región", explican los autores del interiorismo. Ese lienzo se resuelve con maderas cálidas y superficies blancas que amplifican la luz y dan uniformidad a todo el conjunto.
El resultado es una atmósfera moderna que funciona como galería doméstica. "El moderno espacio blanco funciona como una galería que resalta los estampados de las telas de las piezas de apoyo, como los bancos, los cojines y las otomanas". En lugar de sofás o butacas recargadas, se optó por tapicerías neutras, que permiten que cojines y otomanas luzcan tejidos y estampados coloridos.
En el comedor se impone un gesto rotundo: una mesa de parota, madera nativa de México, elegida pieza por pieza hasta dar con la veta adecuada. "Seleccionamos a mano una tabla de madera de parota para la mesa del comedor, una especie nativa de México", recuerdan los diseñadores, subrayando la importancia de conectar el mobiliario con los materiales locales. Junto a ella, lámparas, alfombras y accesorios elaborados en seagrass o cuerda refuerzan la calidez del espacio con un punto rústico y artesanal.
El trabajo manual está presente en cada rincón. "Nos inspiramos en la amplia creatividad de los hábiles artesanos de lugares como la Ciudad de México y Oaxaca, y seleccionamos lámparas artesanales para añadir el carácter de un trabajo artesanal a toda la casa". De esas elecciones surgen las lámparas tejidas, las cestas en la cocina y una colección de máscaras animales en el dormitorio infantil, que transforman lo cotidiano en un guiño cultural.
El arte también tiene un papel protagonista. "Nuestro cliente fue diligente en la búsqueda de obras de arte locales o con un vínculo narrativo con México", explican. En el salón, un gran lienzo del artista Frank Arnold marca el tono del espacio, adquirido tras una visita al propio estudio del pintor. Esta búsqueda personal convierte la casa en un espacio único, donde cada pieza cuenta una historia distinta.
Pero lo más importante es que la vivienda no se concibió como una postal, sino como un lugar para vivir de verdad. "Los propietarios siempre reciben a familiares y amigos y viven plenamente en cada habitación. Es un ambiente de pies descalzos y bikini que te conecta con el sol y te permite respirar profundamente".
Más información: susanmarinello.com