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En el segundo piso de un edificio histórico de los años 40, esta casa de 60 metros cuadrados condensa, en apenas dos habitaciones, una mezcla hábil de memoria arquitectónica y personalidad actual. El proyecto, firmado por la interiorista Ksenia Krylova, tenía como objetivo respetar el espíritu del inmueble sin renunciar a un lenguaje contemporáneo, adaptado a la vida de su joven propietaria, directora de una escuela de arte infantil.
La intervención se benefició de una oportunidad poco común en viviendas de este tipo, pues al encontrarse en la segunda planta, fue posible realizar una redistribución legal que permitió incorporar un baño con ventana, aportando luz natural a un espacio tradicionalmente ciego. Este gesto, sutil pero significativo, marca el punto de partida de una reforma que valora la luz como recurso expresivo, funcional y emocional.
La altura original de los techos se ha conservado por completo, lo que permitió mantener también la rica decoración de estuco en plafones y cornisas. Para evitar falsos techos y no comprometer esa verticalidad histórica, la iluminación técnica se resolvió con apliques de pared y una delicada línea de luz embebida en los rodapiés, que recorre toda la vivienda. Este recurso ofrece una luz baja, envolvente y serena.
En cuanto a la materialidad, el proyecto combina piezas nuevas con gestos que remiten a los interiores de mediados del siglo XX. Las paredes se pintaron en un tono neutro y cálido, muy próximo a los colores originales de la época. En cada estancia, sin embargo, se eligió un color diferente para el techo, generando una atmósfera particular en cada espacio. “El color del techo ayuda a marcar el carácter de cada habitación, sin necesidad de cargar el mobiliario o los muros”, explican desde el estudio.
El suelo es nuevo, de parquet tradicional, ya que el original no pudo conservarse. En el dormitorio, uno de los muros se revistió con un papel pintado de autor que actúa como telón de fondo para la cama, mientras que los armarios, las puertas y otros elementos fijos se resolvieron con sencillez, dejando que el protagonismo recaiga en los detalles textiles y decorativos.
Las ventanas, equipadas con contraventanas de madera, permiten matizar la entrada de luz durante el día. Según su apertura, proyectan sombras cambiantes que transforman la atmósfera de la casa a lo largo de la jornada. Este recursos además, mejora el confort térmico y visual sin necesidad de cortinas convencionales.
El eclecticismo del apartamento se manifiesta sobre todo en la decoración, construida a partir de una colección de obras de arte local que pertenecen a la propietaria. Cada pieza aporta color, identidad y una lectura contemporánea al conjunto, que rehúye el estilo uniforme y apuesta por la mezcla: diseño actual, referencias soviéticas, acabados sencillos y materiales honestos. El mobiliario es ligero, adaptable, sin elementos superfluos, y responde al modo de vida activo y creativo de la propietaria.
Más información: @krylova__kseniia