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Paula Herrera y Beatriz María Jiménez, de SUAV Studio, firman la rehabilitación de un antiguo ático de oficinas de 85 metros en el Paseo de la Habana, Madrid, convirtiéndolo en un hogar cálido, funcional y lleno de luz. El proyecto, de 85 metros cuadrados, parte del respeto por la estructura original y la intención de maximizar el potencial espacial de un volumen complejo por sus limitaciones de altura y sus peculiares aberturas al exterior.
La vivienda ocupa la planta superior de un edificio de 1973 que encarna el pragmatismo arquitectónico de los años 70 en España. Este espíritu se deja sentir en el uso del ladrillo visto y las cerchas metálicas, que el proyecto ha decidido poner en valor. Las arquitectos encontraron en estos elementos el punto de partida para un diseño que abraza la esencia industrial del inmueble, a la vez que la suaviza mediante un lenguaje contemporáneo y acogedor. Todo ello bajo un objetivo primordial: "dar respuesta a la necesidad de controlar desde el inicio de manera ordenada todos los objetos y enseres de la vida cotidiana, logrando el mayor espacio habitable despejado", como señalan desde el estudio.
Fue un reto transformar un espacio de uso administrativo de techos bajos y ventanas situadas en la parte superior de los muros, en un hogar luminoso y abierto. La solución pasó por liberar el área central de la vivienda y relegar los usos de almacenaje al perímetro, donde la menor altura resulta menos limitante. Así, el núcleo del proyecto lo constituye una gran estantería-librería a medida que, más allá de albergar libros y objetos personales, organiza y vertebra los distintos ambientes: el salón, la cocina, el baño y la zona de descanso.
El pavimento continuo y las superficies blancas potencian la luminosidad del conjunto, mientras que el ladrillo visto, pintado en el mismo tono, suma textura y carácter sin recargar los ambientes. Las cerchas metálicas, también restauradas y pintadas de verde menta, marcan el ritmo del espacio y aportan un delicado contrapunto cromático que dialoga con el mobiliario y las soluciones a medida. Este verde, definido por el estudio como "un suspiro de frescura en medio de la urbe", impregna de serenidad la atmósfera del ático y contribuye a reforzar su identidad.
La cocina se resuelve con un frente lineal de mobiliario blanco, sobre el que destacan los módulos superiores acabados en un llamativo amarillo mostaza con perforaciones. Las encimeras de Corian y los electrodomésticos integrados completan una propuesta práctica y visualmente ligera.
La zona de estar se organiza en torno al sofá y a una serie de mesas auxiliares, con textiles y detalles decorativos que incorporan el mismo código cromático que vertebra todo el proyecto. El diseño de iluminación, discreto y eficiente, combina líneas empotradas y luminarias puntuales que realzan la estructura y el mobiliario sin competir con ellos. Las láminas y objetos escogidos por los propietarios suman un toque personal y expresivo.
El baño y el dormitorio quedan sutilmente delimitados por la propia estantería central y por puertas correderas que permiten una flexibilidad de uso y preservan la sensación de continuidad. En el baño, los revestimientos amarillos prolongan el juego cromático del resto de la casa y aportan calidez a un espacio que, pese a su compacidad, resulta confortable y bien resuelto.