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“Nos encantan los proyectos que nos enseñan algo a nosotros y a nuestros clientes en su forma final. Como en este caso: debates y comentarios apasionantes, conversaciones animadas y la disposición de ir un paso más allá y probar lo nuevo. Hablando extensamente, principalmente sobre el espacio, su luz, sus perspectivas y los momentos que crea en su conjunto. El resto es un sutil telón de fondo que, en esencia, permanece oculto”. Así describe el estudio Kilo/Honč la transformación de este apartamento de 35 metros cuadrados, que plantea una distribución pensada para sacar el máximo partido a cada metro cuadrado y para garantizar que la luz natural recorra todos los espacios. El resultado es una vivienda compacta, clara y organizada.
Desde la entrada, el camino hacia el corazón de la vivienda marca la intención de abrir al máximo la planta para que la luz alcance todas las estancias. El apartamento original contaba con un pasillo oscuro que dividía los espacios, con cada ventana asignada a una habitación distinta. El primer reto para los arquitectos consistió en invertir esta lógica para obtener un gran ambiente abierto donde la luz de las dos ventanas principales se expandiera sin interrupciones.
La clave para esta transformación reside en un elemento central: un tabique de bloques de vidrio que organiza la distribución interna. Esta pared translúcida marca un eje claro entre la zona de día y la zona de servicio, albergando detrás de ella todas las instalaciones para garantizar la comodidad de la vivienda. Ahí quedan ubicados el baño con ducha, la zona de lavandería, el lavabo, diversos armarios y espacios de almacenamiento. Al situarse en un área definida pero integrada, estos elementos quedan invisibilizados para no interrumpir la percepción amplia y luminosa del resto del apartamento.
La zona de día acoge la cocina y el comedor en un ambiente abierto donde cada mueble contribuye a la claridad general del diseño. El mobiliario de cocina, dispuesto en línea, destaca por su estructura ligera, elevada sobre patas finas para despejar el suelo y aumentar la sensación de amplitud. El área de comedor, ubicada junto a una de las ventanas, garantiza que la luz natural acompañe cada momento del día. El suelo claro y continuo refuerza esta intención de abrir la planta al máximo.
La zona de descanso se sitúa al fondo del apartamento. Aquí la distribución cambia para responder a un ambiente más íntimo, donde la cama queda definida por un murete de hormigón que también funciona como asiento. Una cortina suspendida enmarca esta área para crear un límite sutil, sin necesidad de muros, alcanzando un equilibrio perfecto entre apertura e intimidad. Al mismo tiempo, esta disposición permite mantener la conexión visual con la cocina y el comedor, ampliando la percepción espacial. A ello contribuye también un saliente de la pared revestido de espejo en la entrada, igual que el armario del dormitorio.
La selección de materiales sigue criterios de sobriedad y durabilidad. El hormigón visto aporta peso y contraste frente a la ligereza del vidrio y la neutralidad de las superficies claras, mientras que la madera y otros elementos puntuales suman calidez al ambiente.