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Cuando te pasas media vida viajando por negocios a la misma ciudad, plantearte invertir en una casa pequeña o un apartamento puede ser lo más rentable a largo plazo. Eso mismo debió pensar esta pareja cuando se puso en contacto con el interiorista Alberto Torres. Tras haber adquirido un apartamento de obra nueva de tan solo 40 metros cuadrados en el barrio de Carabanchel, Madrid, se dieron cuenta de que necesitaba una puesta a punto para convertirlo en el refugio cómodo y acogedor que buscaban para reponer fuerzas en sus viajes de negocios a la capital. El interiorista hizo realidad su sueño, dotando a la vivienda de un estilo moderno con un toque lujoso, funcional pero sofisticado.
El hilo conductor del proyecto ha sido la combinación de materiales y colores con una paleta cromática gira en torno al azul, el negro y el blanco, presentes en los revestimientos murales y en los textiles, generando una continuidad visual en toda la vivienda. Materiales como la madera y el mármol han aportado calidez y estilo urbano, mientras que las texturas de los materiales, cuidadosamente seleccionadas, han reforzado la sensación de confort y exclusividad que querían.
Desde el recibidor, un distribuidor conecta la zona de noche con la zona de día, que integra salón, comedor, cocina y área de teletrabajo en un espacio abierto. Para potenciar la sensación de amplitud, se ha optado por un suelo de madera laminada en tonos claros y paredes azul celeste que reflejan la luz natural. El cuadro abstracto en tonos ocres y azules de gran formato, como único elemento de bienvenida, invita a la zona de día conectando los colores del papel pintado del dormitorio con el del salón.
Frente a la entrada se encuentra el único dormitorio de la vivienda, donde el protagonismo lo adquiere un papel pintado con motivos florales en tonos grises y verdes, aportando frescura y serenidad. La cama, con cabecero tapizado en gris cálido, se complementa con ropa de cama en tonos neutros y mesitas de noche en negro con frontales de fibras naturales, logrando un equilibrio entre modernidad y calidez.
El cuarto de baño, de dimensiones compactas, se ha resuelto con un mueble suspendido blanco, un espejo ovalado con iluminación LED y una ducha con entrada libre sin puerta, separada visualmente por un murete de suelo a techo. Los revestimientos en gran formato y el suelo antideslizante refuerzan la sensación de continuidad del espacio.
La distribución de la zona de día, de planta rectangular, multiplica la luminosidad y la fluidez visual. Para ello, se ha ubicado el salón y la zona de trabajo junto a la entrada de luz natural, y el comedor en el centro, separando visualmente la zona de estar de la cocina.
Al acceder, la cocina abierta en forma de L se despliega a la izquierda con mobiliario en blanco de suelo a techo, contrastando encimera y contrapecho en negro. La distribución de los elementos se ha organizado en base a la ubicación determinada por las instalaciones de la obra.
El comedor se ha tratado como un área de transición entre la cocina y el salón, enfatizando su independencia visual con el mobiliario: una mesa redonda de mármol y base en negro, sillas tapizadas en azul Klein y una lámpara colgante de cristal ahumado. El aparador de corte oriental, con estructura negra y frontales de fibras naturales que apoya la zona del comedor, refuerza la conexión estética con el mobiliario del dormitorio.
El salón, inspirado en la fusión de lo natural y lo urbano, presenta un papel pintado abstracto en tonos azules y grises, un sofá tapizado en azul denim y una mesa de centro que combina madera, metal y vidrio negro.
Elementos como la alfombra de fibra natural y el mueble de ratán agregan textura y calidez, mientras que la obra de arte abstracto sobre el sofá añade un toque de personalidad
Ubicado estratégicamente frente a la ventana para aprovechar la luz natural, el espacio de teletrabajo se integra en el salón mediante un escritorio de madera con detalles metálicos y una cómoda silla tapizada en gris. Las plantas de interior completan la ambientación.
Proyecto e información: Cortesía de Alberto Torres. Estilismo: Beatriz Sánchez.
Aránzazu Díaz Huerta es experta en decoración en Nuevo Estilo, por eso ha convertido su hogar en una especie de pop up store de las últimas tendencias, y por eso disfruta tanto elaborando contenidos sobre interiorismo. Además, se lo pasa genial buscando los hoteles más originales del mundo para sorprender a sus lectores. Le apasiona todo lo que tiene que ver con el hogar, pero también la moda, la belleza, el lifestyle y las mascotas, y aunque no tiene cuenta en TikTok, no se pierde ni un solo trend.
Se graduó en Comunicación Audiovisual en 2016 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y continuó sus estudios con un máster en Periodismo Cultural por la Universidad San Pablo CEU. En el verano de 2017, hizo el curso de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Y cuando llegó la pandemia, se refugió en el Curso Online de Periodismo Especializado en Moda, Belleza y Estilo de Vida de la revista Vogue en Condé Nast College Spain. Además, como buena cinéfila que es, ha colaborado en el libro ''El clasicismo en el cine. Una mirada intergeneracional'', de D. Pedro Sangro Colón y D. Miguel Ángel Huerta Floriano.
Antes de comenzar su trayectoria en el mundo del periodismo freelance, pasó por la Cadena Ser de Oviedo y la revista cultural El Duende. También tuvo su propia columna de opinión en el periódico Salamanca RTV al día.
Desde el año 2017, colabora como redactora de contenidos online en Mi Casa, Nuevo Estilo y otras revistas del Grupo Hearst, incluyendo el departamento de Branded Content. En su tiempo libre, escribe relatos de ficción y no ficción, habiendo publicado en la revista literaria Fábula, y hace fotografías de paisajismo (especialmente, de lugares donde haya flores).