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Casa Umbral se levanta sobre una parcela inusualmente estrecha y profunda, con apenas 7,5 metros de ancho y más de 40 metros de fondo en la provincia de Yucatán. Esta condición marcó por completo el desarrollo del proyecto, que optó por una configuración longitudinal para aprovechar cada metro lineal. En lugar de resolver la casa en una sola pieza compacta, el estudio Taller Estilo Arquitectura decidió fraccionar el volumen en dos cuerpos articulados por un patio central, permitiendo así la ventilación cruzada, el acceso de luz natural y una relación directa con la vegetación.
Construida enteramente en hormigón, la casa desarrolla un lenguaje sobrio y contundente que encuentra su equilibrio en los detalles de madera natural: puertas, celosías, mobiliario a medida. El diálogo entre estos dos materiales es constante a lo largo del proyecto, y lo encontramos en la fachada, cerrada hacia la calle con un portón de madera maciza, hasta en las zonas más privadas, donde la secuencia de espacios se organiza a través de umbrales físicos y visuales que enmarcan vistas y modulan la luz.
Nada más entrar, el visitante es desviado de la calle por un pasillo lateral flanqueado por muros de hormigón y vegetación. Este gesto genera una transición entre el exterior urbano y el interior doméstico. Se accede primero a una galería descubierta con espejo de agua y plantas tropicales, antes de llegar al volumen principal. En la planta baja se ubican el salón, el comedor, la cocina y un aseo. Todos estos espacios están abiertos al patio central a través de grandes ventanales que permiten la ventilación cruzada y extienden la vida cotidiana hacia el exterior.
El patio es, en sí mismo, un nodo climático y funcional. Bajo una pérgola de hormigón se dispone una zona de comedor al aire libre, perfectamente resguardada del sol y conectada con la cocina por una gran barra de mármol que traspasa el umbral interior. Aquí se concentra la actividad social de la casa, aprovechando la sombra y la brisa. En paralelo, una piscina lineal refuerza la dirección del eje longitudinal, al tiempo que introduce frescor y reflejos cambiantes.
La segunda crujía, situada al fondo del terreno, alberga las estancias privadas. El dormitorio principal, con baño en suite, se abre a un pequeño patio trasero con jardín, reforzando la sensación de intimidad y retiro. El baño introduce una variación en la materialidad con azulejos vidriados de color verde intenso y una combinación de piedra y madera que añade riqueza táctil sin romper con el conjunto. Como en el resto de la casa, la iluminación natural entra a través de vanos verticales estratégicamente ubicados.
En el nivel superior, se ubica una segunda habitación y una pequeña terraza con vistas al patio. Desde aquí se puede apreciar con claridad la volumetría del conjunto: bloques ortogonales que se suceden sin estridencias, sostenidos por una lógica estructural limpia, con vanos generosos y proporciones contenidas.
El proyecto evita cualquier gesto decorativo innecesario. La estética general responde a una actitud brutalista contenida, donde el hormigón, en su estado más crudo, actúa como soporte y expresión al mismo tiempo. Sin embargo, lejos de resultar fría o monótona, la casa logra una atmósfera cálida gracias a la elección de mobiliario bajo, textiles neutros, iluminación puntual y la omnipresencia del jardín.