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La primera casa en pareja siempre es muy especial, y tratar de dotarla de la personalidad de ambos no siempre es tarea fácil. Pero Grau Architects lo consiguió en este proyecto residencial de nueva construcción y 70 metros cuadrados. Situado en Bratislava, el interiorismo parte de un enfoque racionalista pero sensible, que aúna funcionalidad, detalles artesanales y una paleta cromática poco convencional dentro del minimalismo nórdico.
El programa se organiza en torno a una planta bastante típica para una promoción inmobiliaria contemporánea: acceso desde un pequeño recibidor con almacenaje, cocina integrada en un estar-comedor, un dormitorio principal y un baño. Sin embargo, la intervención del estudio transforma esta base común en un conjunto coherente y expresivo mediante una selección muy cuidada de materiales, colores y mobiliario a medida.
Uno de los grandes aciertos del proyecto es la combinación de madera clara, superficies blancas y acentos en tonos pastel que se repiten en elementos como la mesa del comedor, los bancos o las lámparas. El color azul hielo, aplicado de forma contundente pero sin estridencias, funciona como hilo conductor y aporta un toque lúdico que contrasta con la sobriedad de las líneas rectas y los volúmenes rotundos.
La cocina, diseñada en un tono crema muy suave, se alinea en un solo frente, sin muebles altos, y está rematada con estantes abiertos de acero inoxidable que aportan ligereza visual y un aire un poco industrial. Frente a ella, una mesa comedor en forma de T y color azul pastel refuerza el lenguaje gráfico del conjunto y actúa como pieza escultórica central. Este mueble, diseñado a medida por el estudio, tiene continuidad en otros puntos de la vivienda, como el banco del recibidor o el tocador del dormitorio, generando una narrativa visual interna.
El dormitorio principal mantiene el mismo esquema de tonos suaves, con un gran armario empotrado de madera de abedul, cortinas de lino natural y un mobiliario reducido al mínimo imprescindible. Las líneas puras y los volúmenes generosos refuerzan la sensación de calma. A pesar de su simplicidad formal, el conjunto está lleno de pequeños detalles que enriquecen la experiencia espacial: el espejo redondo sobre el tocador, los jarrones de cerámica, las plantas cuidadosamente colocadas.
En el baño, los arquitectos recuperan el uso del ladrillo de vidrio como elemento separador, permitiendo el paso de luz natural desde la zona de bañera hacia el pasillo sin perder privacidad. El azulejo cerámico en azul claro, dispuesto en pequeño formato cuadrado, refuerza la identidad cromática del proyecto y remite a referencias modernistas sin caer en el pastiche. El lavabo sobre encimera y el mueble bajo éste, de líneas blancas limpias, completan el conjunto con una estética funcional y ligera.
La iluminación juega un papel esencial: todas las luminarias han sido seleccionadas para integrarse con discreción, como el lámpara tubular suspendida sobre la mesa del comedor o los plafones circulares en el techo. La luz natural, por su parte, se ve potenciada por la elección de cortinas semitranslúcidas que tamizan sin oscurecer.