- La reforma de esta casa con terraza se ha inspirado en la personalidad de su propietaria
- Una casa de dos plantas y 100 metros cuadrados con aire clásico
- Un estudio de arquitectura muestra la espectacular reforma de una casa de 200 metros en pleno centro de Madrid
Lo llamativo del centro de Madrid es que tras los muros de los viejos edificios con más solera de la capital, se esconden preciosas viviendas reformadas que sorprenden al entrar, creando un moderno juego de contrastes que resulta de lo más estimulante. El caso de este apartamento, situado en un edificio de viviendas en pleno centro, junto a la Glorieta de Bilbao, era exactamente ese. La zona está repleta de construcciones de finales del s. XIX y principios del s. XX de hechuras clásicas, con estructura de muros de carga de entramados de ladrillo y madera, carpinterías y balcones a la calle.
Sus 70 metros cuadrados estaban mal repartidos, enormemente compartimentados, con un pasillo serpenteante y tres dormitorios tipo alcoba. La casa necesitaba una reforma integral, que incluso incluyó refuerzos estructurales sobrevenidos por la pudrición de los forjados de madera. La distribución se modificó por completo pues las necesidades de su nueva propietaria, una joven empresaria con la agenda cargada de viajes y salidas, pedía un pied à terre cómodo, luminoso y amplio, con un punto decorativo sofisticado. Lo único que pudo aprovecharse fueron las ventanas y balconeras de madera y, que tras una puesta a punto, volvieron a lucir con el brío de antaño.
El resto de la vivienda había sufrido modificaciones que habían ido ocultando toda la gracia de los pisitos madrileños de mitad del siglo pasado. Recubrimientos de sintasol en los suelos, falsos techos que reducían la altura real, cajones de persianas sobrepuestos por el exterior que mermaban el paso de luz natural, instalación de radiadores de aluminio con tuberías vistas, una cocina pequeña y ruinosa... Un proyecto trabajado que apostó por el aprovechamiento del espacio y la luz, dio como resultado un salón, cocina y comedor abiertos, amplio vestidor, dormitorio, baño y aseo de cortesía. "El reto era recuperar el esplendor que en su día debió tener la vivienda. Para ello, tuvimos que reinventar su arquitectura recurriendo a elementos originales: una tarima de pino adquirida en un derribo, una chimenea antigua de mármol de anticuario, techos con escayolas de modelos clásicos y paredes con rodapiés altos", cuenta la arquitecta.
Tras la reforma, el espacio quedó listo, casi como proyectado en los años 20. El modo de vida de la propietaria, junto con su original gusto e inquietudes artísticas, fueron claves para plantear una decoración ecléctica y personal, con mezclas atrevidas y combinaciones arriesgadas. Una de las grandes apuestas fue la luminaria que, en forma de elemento lineal tridimensional, recorre de punta a punta la vivienda. Las molduras clásicas de escayola o la maravillosa lámpara italiana de opalina del comedor son otros de los detalles que forjan el carácter y estilo de esta casa desenfadada y relajada, ideal para recargar pilas tras un largo viaje y donde disfrutar de la vida en pleno corazón de la capital.
SALÓN
ASEO DE CORTESÍA
Tanto el baño principal como el aseo de cortesía, se concibieron con suelos de tablones de madera y paredes de impoluto blanco.























