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Convertir un apartamento clásico de 135 m² en una casa funcional, elegante y hecha a medida para un chef trotamundos era el objetivo del proyecto liderado por el arquitecto Matteo Magnabosco. Situado en un edificio histórico de Turín, el piso ha sido completamente reformulado a través de una intervención llave en mano, con una nueva distribución centrada en la zona de día, donde el comedor y la cocina cobran un protagonismo absoluto. El encargo implicaba reorganizar los espacios para que funcionaran tanto en la vida doméstica como en encuentros profesionales y cenas con amigos.
El propietario, chef de formación y actualmente directivo en el sector de la restauración, quería que su casa reflejara su pasión por la cocina, el vino y la hospitalidad. Después de vivir durante años en hoteles y apartamentos temporales en ciudades como Tokio, Nueva York y Roma, este piso se ha convertido en su primera vivienda estable. Esa vocación de hogar personal y, al mismo tiempo, escenario social se tradujo en una reforma integral que presta especial atención a la zona común y a los detalles funcionales.
El corazón de la casa es una gran cocina blanca con una isla central pensada como espacio escénico y de trabajo. El cliente necesitaba prestaciones propias de una cocina profesional, por lo que se instaló una placa de inducción de 90 cm con superficie flexible, acompañada de una campana de vidrio con sistema motorizado. Para ello, la encimera se modificó directamente en obra, garantizando una integración perfecta con el diseño de conjunto.
La cocina se abre directamente al comedor, donde destaca una mesa robusta pensada para recibir visitas. La iluminación general, diseñada para adaptarse a distintos usos, combina luminarias técnicas con luz ambiental y está acompañada por piezas de firmas como Flos, Egoluce y Lodes. Este espacio continuo entre cocina y comedor funciona como verdadero núcleo social de la casa.
El blanco actúa como telón de fondo neutro en toda la vivienda, evocando limpieza y orden. Este esquema se matiza con detalles en grises, verdes salvia y tonos tierra que suavizan la geometría del espacio y aportan calidez. La selección de materiales incluye superficies minerales, madera, tejidos de algodón y cerámicas texturizadas que aportan riqueza sin saturar.
El salón, equipado con un sofá en L y una estantería mural, combina áreas de descanso y lectura con un mobiliario de líneas contenidas. En los baños se han incorporado revestimientos cerámicos efecto piedra y grifería de Bongio. Uno de ellos introduce tonos salvia y un espejo retroiluminado que refuerza el efecto escenográfico. Los lavabos son de NIC Design y las soluciones de almacenamiento están completamente integradas.
La entrada se resuelve con paneles blancos que ocultan armarios de servicio y una consola ligera que actúa como punto de apoyo. El vestíbulo de acceso está pensado como transición natural hacia la zona de día, sin rupturas visuales ni elementos superfluos. Todo el proyecto se caracteriza por un enfoque sobrio, funcional y personalizado. Las piezas decorativas, como las láminas gráficas de inspiración vintage, los textiles de L’Opificio y las alfombras neutras, se eligieron para reforzar la identidad sin interferir con la arquitectura.