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Transformar por completo una casa estándar de 53 metros cuadrados para convertirlo en un espacio luminoso, funcional y cálido ha sido el punto de partida de este proyecto del estudio Alexander Tischler. La intervención, firmada por el diseñador jefe Karen Karapetian, responde al encargo de una clienta que quería regalarle a su madre un nuevo hogar, con una atmósfera acogedora y un color protagonista muy claro: el azul turquesa. Con esa premisa, el equipo diseñó un interior con aire primaveral, lleno de luz natural, con soluciones bien pensadas que optimizan cada metro cuadrado.
La primera gran decisión fue eliminar las divisiones entre la cocina y el salón, creando un espacio abierto que mejorara la fluidez de uso y aportara amplitud visual. El gran reto estructural fue la presencia de pilares de carga entre las habitaciones, que se resolvió integrándolos en el mobiliario. En el centro del nuevo salón-cocina, el equipo diseñó un volumen con textura de roble que oculta uno de estos pilares. “Aprovechamos la estructura existente para construir una pieza central que articula el espacio y le da carácter al conjunto”, explican desde el estudio.
La cocina se compone de dos zonas diferenciadas: un frente con armarios altos que albergan el frigorífico, dos congeladores, el horno y el microondas, y, en paralelo, una encimera lineal con armarios superiores de color turquesa. Este acabado contrasta con las paredes revestidas de porcelánico con textura de mármol blanco y vetas burdeos. La elección del burdeos no fue aleatoria: “Elegimos este tono porque combina maravillosamente con el turquesa”, señalan.
El comedor se ubicó junto a la nueva zona acristalada de la galería, que fue completamente reformada: se eliminó el bloque de alféizar típico, se sustituyó el radiador por un convector empotrado en el suelo y se instaló una ventana francesa que introduce una atmósfera casi mediterránea. Este espacio se convirtió en una zona de desayuno luminosa y aislada térmicamente, ideal para disfrutar en cualquier estación.
En el salón, los tonos suaves de las paredes —una mezcla uniforme de gris y beige aplicada en muros y techos— refuerzan la calidez del espacio. El pavimento continuo de madera clara se complementa con una composición centrada en un sofá turquesa abatible y un mueble bajo mural del mismo color. Este volumen incluye estanterías y el panel donde se ubica la televisión. Como solución funcional, los dispositivos electrónicos del televisor se guardan en estantes ocultos tras el sofá, ya que al desplegarlo no queda espacio para una mesa convencional. Junto al sofá se sitúa la mesa de comedor principal, de color oscuro, que se apoya sobre un aparador de madera clara con zona de almacenaje especial para vajillas de uso ocasional. El conjunto mantiene un equilibrio sobrio, cálido y práctico.
Uno de los puntos más característicos del proyecto es el uso del color burdeos en la entrada. Este tono cubre tanto las paredes como el marco y panel de la puerta principal, creando un recibidor elegante y con personalidad. Una lámpara colgante de alambre delgado complementa esta zona. “El recibidor era oscuro antes de la reforma, pero ahora la luz natural del salón y la cocina llega hasta esta zona”, explican. En este espacio también se ubica un armario con puertas de espejo y ganchos divertidos para abrigos, aportando un toque más informal.
La reforma afectó también a los baños: se unieron dos estancias y parte del pasillo para generar un espacio amplio con ducha, armario técnico y zona de lavado. Se revistieron las paredes con porcelánico de textura marcada, y se instaló un gran armario con espejo, lavabo con mueble y un inodoro suspendido. El conjunto funciona como un baño principal bien resuelto y cómodo.
El dormitorio, al que ahora se accede desde el salón gracias a la redistribución, incorpora también soluciones personalizadas. Un escritorio suspendido frente a la ventana responde al deseo de la clienta de contar con una zona de trabajo luminosa. La pared del cabecero se revistió con paneles que continúan hasta el frente del armario, con una cinta turquesa que recorre el techo y cae visualmente sobre las puertas. Este detalle aporta continuidad cromática y refuerza la identidad del espacio. El aire acondicionado se ocultó en la parte superior del armario y sus paneles se abren solo cuando es necesario, integrándolo sin interferencias visuales.