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Fernando y Letizia son una joven pareja que iniciaban su vida juntos y buscaban una casa flexible, luminosa y capaz de expresar su gusto por el diseño moderno brasileño. Bajo esa premisa, el estudio Lucas Fernandes Arquitetos reformó por completo un piso de 300 metros cuadrados en São José do Rio Preto, en Brasil, combinando una meticulosa curaduría de piezas de diseño con una estrategia de intervención mínima, adaptada a las limitaciones de una casa alquilada. "El principal reto fue reinventar el espacio sin grandes obras civiles, centrándonos en intervenciones estratégicas que insuflaran nueva vida al piso", explican desde el estudio.
El proyecto priorizó la conservación de los elementos originales de la casa, restaurando con mucho mimo el mármol blanco de Carrara en las zonas sociales y el suelo de madera de ipê en los dormitorios. Esta decisión, más allá del respeto patrimonial, permitió construir una base sobria y atemporal sobre la que el mobiliario y los objetos pudieran destacar con todo su carácter.
En el salón se despliega el corazón narrativo de la casa. Con una distribución dividida en dos ambientes, esta estancia se convierte en un verdadero manifiesto del diseño brasileño de autor. "El espacio se revela como un auténtico museo viviente del diseño brasileño, donde cada elemento cuenta una historia", señalan los arquitectos. Las paredes, suelos, techos y cortinas en tonos claros crean un fondo neutro y luminoso sobre el que destaca el mobiliario de palisandro, tapizados en tonos suaves y piezas seleccionadas de grandes nombres del diseño brasileño: Jorge Zalszupin, Sérgio Rodrigues, Zanine de Zanine o Jean Gillon, entre otros.
Uno de los espacios del salón está dedicado a la contemplación, con vistas abiertas a la ciudad, mientras que el otro propone una configuración más clásica, con sofás, sillones y un panel de madera que separa visualmente la zona de televisión del comedor. La conexión entre ambos se produce a través del banco Onda Bench de Zalszupin, una pieza que actúa como elemento de transición espacial y conceptual.
El comedor continúa la narración visual con una gran obra de Roberto Burle Marx en el muro principal, enmarcada por sillas Agda de Zanine de Zanine, la mesa Guanabara de Zalszupin y otras piezas de paja y madera firmadas por Sérgio Rodrigues. Todo el conjunto emite una sensación de refinamiento tranquilo, sin ostentación pero con un lenguaje formal muy definido.
En los dormitorios, el estudio trabajó con una estrategia más introspectiva. El dormitorio principal busca transmitir ligereza y calma mediante una cama tapizada en tonos neutros, mesillas de noche de la misma paleta y tejidos que se superponen en capas sutiles. El ambiente es acogedor y propicio al descanso, sin elementos superfluos. En la habitación de invitados, un panel muxarabi —rejilla tradicional que tamiza la luz y aporta textura— aporta profundidad y calidez visual. La cama, también tapizada, se acompaña de un banco lateral de madera diseñado a medida, con funciones de almacenaje y apoyo.
El mayor desafío, según el equipo de Lucas Fernandes Arquitetos, fue encontrar el equilibrio entre la "estructura ligera y luminosa del piso" y el "peso físico e histórico del mobiliario". Para resolverlo, recurrieron a una cuidadosa combinación de texturas y tramas, que aportaran ligereza a las piezas más densas y crearan una atmósfera serena, sin perder presencia visual.
Estudio Lucas Fernandes Arquitetos
































