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Sin necesidad de estridencias, ni de artificios grandilocuentes, este apartamento de 124 metros cuadrados situado en la Rue du Bac, en pleno corazón de Saint-Germain-des-Prés, demuestra que la sofisticación puede construirse desde la armonía, la elección exacta de las piezas y un uso medido del color y la luz. Concebido para acoger a dos personas, y distribuido en un solo dormitorio y dos baños, el proyecto se estructura en torno a una gran sala de estar que articula el resto de los ambientes, incluyendo un comedor, una cocina semiabierta y un segundo salón más contenido, que podría funcionar como espacio de lectura o de música.
La identidad visual del apartamento se apoya en una atmósfera claramente parisina, con carpinterías de madera, suelos de roble en espiga y una paleta cromática donde predominan los tonos piedra, los beiges empolvados y los blancos rotos. El mobiliario, por su parte, equilibra diseño contemporáneo con piezas vintage e incluso toques de inspiración africana y asiática. En el salón principal, un gran sofá curvo de tapicería crema dialoga con sillones de ratán, mesas de centro de madera maciza y cerámica, y una alfombra de gran formato que estructura el conjunto. A un lado, dos sillas de respaldo recto y un móvil geométrico de estilo Calder rompen la simetría y añaden un gesto más artístico.
La transición entre estancias no se hace mediante muros ni pasillos, sino con aperturas generosas y juegos de perspectivas. Así, el segundo salón se revela como una caja más contenida, con un banco tapizado en mostaza, cojines a tono, una mesa de resina ámbar y un conjunto de elementos decorativos de formas geométricas y materiales nobles. Las fotografías en blanco y negro sobre el muro blanco refuerzan la serenidad del conjunto.
La cocina, de líneas limpias y sobrias, combina frentes en madera con encimeras de acero inoxidable y un zócalo de mármol veteado que recorre parte del salpicadero. La selección de arte se cuela también aquí, con fotografías enmarcadas que refuerzan la idea de que cada rincón del apartamento tiene identidad propia. Piezas como la silla de respaldo triangular en terciopelo rojo quemado o la lámpara articulada negra añaden ritmo visual sin sobrecargar.
Los colores de la tapicería y los muebles recuerdan a las casas españolas de los años 70 y es un ejemplo de decoración en 2025.
En el dormitorio, la calidez se potencia con un gran cabecero tapizado en beige empolvado, integrado entre dos librerías de madera a medida. La ropa de cama en ocre, las mesillas negras y mostaza, y una selección de objetos personales aportan carácter y naturalidad al espacio. La luz entra a raudales por los ventanales con contraventanas interiores, que se abren a un balcón típicamente parisino. Este, a su vez, se amuebla con una mesa metálica verde pálido y dos sillas a juego, invitando a desayunos lentos o lecturas con vistas a los tejados del barrio.
La atención al detalle se percibe también en la iluminación, combinando luz natural generosa con lámparas de pie de pantallas cuadradas, apliques discretos y una luminaria escultórica que protagoniza la zona de lectura. La decoración es sobria, pero nunca fría: hay libros, cerámicas, textiles suaves y objetos que hablan de la historia de quien habita el lugar, o de quien lo elige como hogar temporal. Lejos de seguir tendencias pasajeras, el apartamento Rue du Bac propone una estética que bebe del clasicismo modernizado, del diseño editorial y de la sensibilidad coleccionista.