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Convertir la planta principal de un edificio protegido como bien de interés cultural en una vivienda contemporánea cómoda y funcional es siempre un reto de equilibrio y respeto por el contexto arquitectónico. Eso es lo que ha afrontado el estudio Júlia Brunet en este proyecto de rehabilitación situado en Casal Núria, una joya arquitectónica del siglo XVIII ubicada en la comarca de Osona (Barcelona). La casa original, de estética singular por su mezcla de elementos barrocos, novecentistas y modernistas, conserva en su interior detalles tan valiosos como los techos artesonados o las vidrieras emplomadas de colores. El trabajo del estudio ha consistido en recuperar esos elementos históricos, devolverles protagonismo y, al mismo tiempo, diseñar un interior funcional, cálido y adaptado a las necesidades contemporáneas. “Nuestro cliente quería transformar su casa en un hogar de estilo contemporáneo, pero también deseaba ensalzar el valor histórico y estético de los elementos arquitectónicos originales”, explica Mireia Torruella, interiorista y CEO del estudio.
La casa ocupa 190 metros cuadrados organizados alrededor de la escalera de la finca, en una planta circular que ha determinado la distribución de los espacios. Desde el acceso principal, con una puerta de madera original y una gran mirilla histórica, un pasillo con arcadas en blanco y suelo de parquet natural en punta Hungría rodea la casa, conectando las diferentes estancias. La zona de día se concentra en torno a la cocina y la galería, un espacio especialmente luminoso gracias a las grandes vidrieras de colores que filtran la luz. Los techos artesonados, conservados y pintados de blanco, aportan carácter y memoria al conjunto. La isla de cocina, de nogal macizo con diseño tridimensional en líneas verticales, se plantea como una pieza central que articula la circulación fluida hacia el comedor informal de la galería, amueblado con una mesa redonda negra de Gubi y sillas de hierro forjado de Sika Design.
El comedor principal se sitúa tras una segunda gran vidriera original. Aquí destaca una vitrina diseñada a medida por el estudio, de suelo a techo, con molduras decorativas y puertas en arco de medio punto. El interior, revestido de espejos, multiplica la luz natural y aporta profundidad visual. La mesa de comedor, en madera de roble (modelo Invitto de Artisan), se combina con sillas Soft Shell de Vitra y la gran lámpara Bohemia de Marset, componiendo un ambiente equilibrado entre tradición y diseño contemporáneo.
El salón mantiene esa misma línea serena y contenida. Se organiza alrededor de una chimenea histórica, con un sofá en L de Atemporal, una alfombra de gran tamaño y piezas escogidas con precisión: mueble de TV suspendido (Stockholm de Punt Mobles), mesitas de Treku y luminarias tan icónicas como la lámpara Marseille de Le Corbusier. Un rincón de lectura se resuelve con una Committee Chair de Cassina y la lámpara de pie TMC de Santa & Cole.
Otro de los espacios singulares de la vivienda es el estudio, conectado visualmente con el jardín a través de una majestuosa cristalera original. El mobiliario, diseñado a medida en maderas de roble macizas, se completa con piezas de diseño contemporáneo, como la lámpara Fragile de Marset o la silla Arv de Kruger, creando una atmósfera tranquila y elegante.
En la zona de noche, el dormitorio principal en suite se divide en tres espacios conectados mediante puertas correderas de perfilería de aluminio negro y cristal estriado: habitación, vestidor y baño. El dormitorio se resuelve con una cama Silence de Joquer, mesitas de Ethnicraft, textiles de algodón orgánico de Mikmax y luminarias de Marset y Vitra. El vestidor incorpora armarios a medida acabados en pintura lacada y vidrio oscurecido, mientras que el baño combina un pavimento de parquet en punta Hungría en la zona de lavabos con porcelánico de gran formato en la zona de aguas. Los lavabos, diseñados con el mismo material que las paredes, refuerzan la sensación de uniformidad y limpieza visual. Como guiño al pasado, se recuperó una banqueta de madera original de la casa, que se ha conservado como parte esencial del conjunto.
En palabras de Mireia Torruella, este proyecto ha sido “un reto apasionante que nos ha brindado la oportunidad de preservar la esencia del Casal Núria y adaptarlo a una nueva etapa, respetando su identidad y dándole una nueva vida”. El resultado es una vivienda donde presente y pasado conviven en armonía, gracias a una intervención rigurosa, sensible y pensada hasta el último detalle.