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En algunas casas y lugares es inevitable sentir que la historia ha formado parte de ellos. Que por allí han pasado personajes ilustres, situaciones propias de una novela de época o eventos de los que han marcado el devenir de los tiempos. Espacios que, solo con entrar, nos cuentan algo de su pasado, pero permitiéndonos vivirlos sin dejar el presente. Uno de ellos es, sin duda, esta antigua casa señorial mallorquina del siglo XVIII que, en su día, fue el hogar de Joan Antoni Artigues, concejal del rey Carlos III.
Es fácil sentirse algo abrumado teniendo en cuenta donde estamos: pared con pared, la construcción linda con el Museu Diocesà de Mallorca, ubicado en las dependencias del medieval Palacio Episcopal de la ciudad, a escasos metros está la muralla renacentista de Palma y, apenas a dos calles, la Catedral de Palma y el imponente Palacio Real de La Almudaina, un alcázar real reedificado en 1309 por el rey Jaime II que hunde sus raíces en una antigua fortificación musulmana. En esa ubicación inigualable, el edificio ha resurgido como Vestige Miramar, un alojamiento privado con capacidad para hasta 18 huéspedes que se convierte en la tercera joya de la firma de hoteles y fincas privadas Vestige Collection, en las Islas Baleares, tras dos propiedades en Menorca: el hotel Son Vell y la finca de agroturismo Santa Ana.
Según explica Laura Pevida, arquitecta directora de proyectos de Vestige Collection, la casa había sufrido reformas que habían dado la espalda a su pasado, por lo que el proyecto de restauración se ha centrado en “la búsqueda de la imperfección, serenidad y contención, para evocar las reminiscencias de un pasado que reaparece reinterpretado para adaptarse a las necesidades actuales”.
El resultado es una casa con capacidad para hasta 18 huéspedes y vistas panorámicas a la marina y la bahía de Palma, con ocho dormitorios en suite, distribuidos en dos plantas, y numerosas zonas comunes, una piscina cubierta, una bodega y un gimnasio. En todos los espacios se ha respetado el estilo arquitectónico de traza decimonónica, propios de las casonas de la burguesía de la ciudad de Palma de mediados de siglo, con un patio interior con zaguán, columnas, ventanas perfectamente simétricas y pasillos de hechuras nobles y a la italiana. Puesto que muchos de los elementos habían sido borrados o afectados en las anteriores intervenciones, el equipo de Vestige se vio obligado a “interpretar cada huella”, cada imperfección, ordenando las distintas capas del tiempo y recuperando estructuras y composiciones coherentes la historia del espacio, aunque adaptadas al presente. “Para ello se recurrió a sistemas tradicionales de construcción, utilizando materiales locales y colaborando con artesanos de la zona”, resalta la arquitecta.
En esa búsqueda de las cosas sencillas e imperfectas, se han empleado morteros de cal como elemento de cohesión, y como revestimiento, se ha recuperado la piedra local de marés y se ha trabajado mano a mano con pequeños artesanos locales. “No solo han participado en los trabajos sino también se les ha dado voz a carpinteros, herreros, canteros, caleros o restauradores que han aportado soluciones tradicionales propias de la isla”, cuenta. Entre sus obras más llamativas se encuentran los sofisticados techos de madera, que resaltan frente a la piedra original del edificio, y que parecen haber estado siempre ahí.
Por su parte, el proyecto de interiorismo se abordó desde un punto de vista estético mediterráneo pero “desde la perspectiva más urbana”, explica Marta Delgado, responsable de diseño interior y decoración del grupo. Así, se añadieron en las diferentes estancias materiales sofisticados como mármoles, cuarcitas, metales, maderas, textiles de alta calidad con gran gramaje y estampados que juegan a diferenciar los espacios. “Es un estilo ecléctico entre piezas de diseño y piezas antiguas que busca elegancia y armonía”, señala la interiorista. Para aportar todavía más personalidad, los muebles han sido diseñados en su mayoría específicamente para la propiedad con numerosos detalles artesanales que les aportan alma y que encajan a la perfección con las antigüedades adquiridas por la propiedad como chimeneas, fuentes, mobiliario o arte.
“En muchas ocasiones hemos escogido una pieza antigua o una diseñada por el estudio que sirve como centro para todo lo demás. Por ejemplo, los tonos del tapiz del comedor sirvieron como base para diseñar una vajilla pintada a mano y totalmente personalizada”, explica Delgado, que también resalta un antiguo altar barroco de madera policromada de iglesia que sirvió como base para una barra en el bar. El toque final lo pone una iluminación con elementos también diseñados especialmente para el proyecto y acabados en latón, alabastro o linos antiguos que crean una atmósfera a la altura. En su nueva etapa como estate privado, Miramar se alquila al completo e incluye servicios como un conserje o host y también pueden pedirse chef o chófer, entre otros. Un palacio privado con tanto pasado como numerosas historias nuevas por escribir.
Eduardo Infante es periodista especializado en estilo de vida, concretamente en temas de diseño, interiorismo, arquitectura, artesanía y decoración.
Desde hace casi una década ha centrado su carrera en seleccionar y escribir sobre las novedades más interesantes en estos campos: desde la reforma de una vivienda a la inauguración de un nuevo hotel, pasando por la última colección de muebles outdoor o el lanzamiento de un libro especializado.
Licenciado en Periodismo en la Universidad del País Vasco, antes de formar parte del equipo de Elle Decor España ha trabajado como redactor en AD España, la revista Tentaciones o la agencia Europa Press. Como colaborador, su firma ha sido habitual en medios como El País, Arquitectura y Diseño, Vanity Fair o El Confidencial.
Además de su trabajo como periodista, Eduardo Infante ha trabajado como consultor de comunicación y content curator para estudios de interiorismo y arquitectura y como copy creativo para marcas del sector. También ha impartido clases en varios cursos dirigidos a profesionales del interiorismo y es profesor de la asignatura de Comunicación de Proyecto en el Máster de Interiorismo de IED Madrid.
En sus ratos libres, se declara fan fatal de Los Simpson, los podcasts de true crime, la música Italo Disco y el vermut.