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El estudio FGMF Arquitetos ha sabido traducir en arquitectura la relación entre el habitar y la naturaleza del paisaje tropical de Barueri, en São Paulo. Con una superficie edificada de 1.275 metros cuadrados sobre un terreno de 731 metros cuadrados, esta vivienda unifamiliar se presenta como una exploración del equilibrio entre la ligereza estructural, la permeabilidad espacial y la robustez de los materiales. Desde la calle, la casa se esconde tras una sucesión de planos de madera, hormigón y vegetación exuberante. La primera impresión es la de un volumen ligero, elevado sobre pilotes, casi en ingravidez, con una piel de celosías de madera de cumarú que filtra la luz y genera un diálogo entre el interior y el exterior. Esta solución regula la incidencia solar y potencia la ventilación natural, reduciendo la necesidad de climatización artificial en un clima cálido y húmedo.
El esquema de circulaciones se articula en torno a un patio central con piscina, que organiza los espacios a diferentes alturas. La planta baja, completamente abierta, se diluye en el paisaje y multiplica las posibilidades de interacción con el entorno. La sala de estar y el comedor se extienden hacia el exterior a través de amplias superficies acristaladas, mientras que un puente de estructura metálica y cerramiento de madera conecta las alas de la vivienda en el nivel superior, generando una tensión visual que refuerza la idea de ligereza.
El hormigón visto, la madera y el vidrio configuran la materialidad del proyecto. El hormigón aporta estabilidad y un carácter brutalista que contrasta con la calidez del cumarú, una madera tropical elegida no solo por su durabilidad, sino también por su capacidad para integrarse visualmente en el entorno natural. Las superficies acristaladas, por su parte, actúan como filtros entre el interior y el paisaje circundante, permitiendo que la vegetación tropical forme parte activa de la experiencia espacial.
El diseño de la vivienda responde a un programa complejo que equilibra la vida privada con la convivencia familiar y social. En la planta baja, además de las áreas sociales, se encuentran una cocina completamente equipada y espacios de descanso al aire libre que se articulan en torno a la piscina. En la planta superior, los dormitorios y espacios de trabajo están protegidos por las celosías de madera, que pueden abrirse o cerrarse según las necesidades de cada momento.
Uno de los aspectos más singulares del proyecto es la relación entre la arquitectura y el paisajismo. En lugar de imponer la construcción sobre el terreno, la casa parece emerger de él, rodeada por una selección cuidadosa de especies vegetales autóctonas que refuerzan la sensación de continuidad con el ecosistema natural. En el interior, la vegetación también cobra protagonismo, con jardines integrados en patios y corredores, convirtiendo los límites entre dentro y fuera en una transición fluida. El juego de luces y sombras a lo largo del día transforma la percepción del espacio. La madera filtra la luz de manera diferente según la hora, proyectando patrones cambiantes sobre los suelos y muros de hormigón. La iluminación artificial, cuidadosamente diseñada, resalta estos efectos al caer la noche, dotando a la vivienda de un carácter dinámico y envolvente.