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Ubicado en un edificio de principios del siglo XX en Tribeca, Nueva York, este apartamento de 250 metros cuadrados con tres dormitorios y tres baños más aseo, cocina, sala de estar y comedor, ha sido completamente transformado por el estudio Stilo Design en un hogar cálido y conteœmporáneo. Originalmente concebido con una distribución clásica y materiales tradicionales, el espacio ha sido reinterpretado para una familia con dos hijos pequeños, que buscaba una vivienda acogedora y funcional, pero con un marcado carácter estético.
El proyecto supuso un desafío que el equipo asumió con el objetivo de dotar de texturas, equilibrio y armonía a una estructura de grandes dimensiones. “Queríamos que cada espacio transmitiera una sensación de hogar desde el primer instante”, explican desde Stilo Design. Los propietarios, Erica y Jonathan Feiler, deseaban una paleta de tonos neutros con acentos en colores joya, confiando en los diseñadores para plasmar esta visión con materiales nobles y soluciones personalizadas.
Al cruzar la entrada, el apartamento despliega una secuencia de volúmenes suaves y envolventes. Los techos y paredes han sido tratados con cal por Lucas Willing Studio y Kevin McCormick, utilizando pinturas de Portola, logrando una textura natural que juega con la luz y potencia la sensación de calidez. Un pasillo longitudinal articula la vivienda, suavizado por formas curvas y lámparas de escayola diseñadas a medida, que aportan ritmo sin dureza.
El salón y el comedor se conciben como el núcleo social de la casa, pensado tanto para la convivencia diaria como para el entretenimiento. Para potenciar la luminosidad y la sensación de apertura, el diseño enfatiza la presencia de grandes ventanales orientados al oeste, dejando que la luz natural inunde el espacio durante el atardecer. En el centro de la estancia, una mesa de roble blanco de tres metros, diseñada por Kylle Sebree, sirve como punto de encuentro familiar y de reuniones con amigos. Sobre ella, una lámpara de seda de Ruemmler aporta una iluminación tenue y envolvente, complementada por sillas escandinavas de Sun at Six.
El arte se integra como un hilo conductor a lo largo del apartamento. Una pieza de Paola Rodríguez, adquirida en una subasta, resalta los matices cromáticos del espacio y crea una conexión visual entre las distintas áreas del hogar. Frente a la zona de estar, un gran espejo de Bower Studio, estratégicamente ubicado, amplifica la luz natural y refuerza la idea de expansión espacial, mientras dialoga con los elementos curvos del diseño. El confort y la funcionalidad fueron clave en la selección del mobiliario. Un sofá modular de Croft House, de líneas suaves y tapizado en tonos cálidos, favorece un ambiente distendido y acogedor.
En la suite principal, la atmósfera se mantiene en la misma línea de serenidad y sofisticación. El baño en suite es una de las zonas más impresionantes del apartamento, concebido como un espacio de bienestar privado. Las paredes de Tadelakt, combinadas con mármol Calacatta Vagli y cerámica artesanal, generan un ambiente de spa en el que los tonos profundos aportan un sutil contraste con la paleta neutra del resto de la vivienda.































