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Reformar una vivienda en un edificio centenario supone un reto donde funcionalidad y respeto por la arquitectura original deben equilibrarse. Con solo 73 metros, pero con techos de cuatro metros de altura, esta casa ubicada en un edificio de 1911 en Landscape Alley, en la ciudad ucraniana de Kyiv, ha sido completamente renovado por Yana Molodykh para aprovechar cada metro cuadrado sin perder su esencia. La distribución original ha sido optimizada para incluir dos dormitorios, un vestidor y zonas de almacenamiento sin comprometer la sensación de amplitud.
El apartamento mantiene una estructura clásica con estancias conectadas en secuencia, lo que refuerza la fluidez espacial y permite una circulación natural de la luz. La estética combina elementos históricos con piezas contemporáneas, generando un equilibrio entre el pasado del edificio y las necesidades actuales de sus propietarios, cuya pasión por el arte ha convertido el salón en un pequeño museo personal. Sobre el sofá Edra Standard, iluminado por la lámpara ‘Iconic G1’ de Sammode, cuelgan varias obras cuidadosamente seleccionadas. A estas piezas se suman cuadros de artistas que aportan una identidad única al espacio.
Cada pieza ha encontrado su lugar de manera orgánica. Inicialmente, un televisor iba a ocupar el nicho central de la pared, pero cuando la colección de arte fue tomando forma, los propietarios decidieron priorizar las pinturas. "Las obras fueron definiendo el espacio, no al revés", explica Molodykh. El mobiliario complementa la sofisticación de la estancia: una mesa de centro de &Tradition, un sillón ‘Fried Egg’ de Warm Nordic y una lámpara de Murano de Venini. Los textiles, seleccionados de Misia Paris y Pierre Frey, aportan textura y calidez.
La cocina, integrada en el espacio de día, es un ejercicio de discreción. Fabricada en chapado de nogal y cuarzo, se oculta tras paneles correderos pintados del mismo tono que las paredes. Este sistema permite cerrar completamente el área de trabajo, generando una atmósfera más íntima en el comedor. La mesa de Calligaris, rodeada de sillas Norr 11, se convierte en el centro de las reuniones familiares. Un espejo antiguo francés entre las ventanas refuerza la sensación de profundidad, mientras que las cortinas bordadas de Lizzo y la lámpara Pholc aportan una elegancia atemporal. En una esquina, una escultura de Nazar Bilyk dialoga con la luz natural que entra desde el balcón.
La habitación principal de la casa es un refugio de texturas suaves y colores envolventes. La Maison Pierre Frey firma la mayor parte de los textiles, desde las cortinas hasta la ropa de cama. Sobre la cabecera, un cuadro cuidadosamente seleccionado añade un guiño nostálgico. El mobiliario combina piezas a medida, como la cama chapada en raíz de álamo, con diseños de Normann Copenhagen y 101 Copenhagen. El vestidor, oculto tras una partición de madera y vidrio, se adorna con papel pintado de Papermint Paris y detalles en latón de Bronzetto. Por su parte, el dormitorio infantil ha sido diseñado para crecer con su habitante. La cama, un sofá modular tapizado en Misia Paris, ofrece una solución flexible para diferentes etapas. Sobre él, dos pinturas cuidadosamente elegidas refuerzan el vínculo con la identidad artística del espacio.
La luz juega un papel crucial en la atmósfera de este espacio: una lámpara colgante de HARTO y una luminaria de pared de Valerie Objects crean un ambiente acogedor. Un armario de los años 60, recuperado y restaurado, aporta un toque vintage. El baño refleja la misma atención al detalle que el resto del apartamento. El mueble de lavabo, diseñado por Llab Design, combina mármol con acentos en latón. La iluminación, con lámparas de Astep y Seletti, aporta un aire sofisticado, mientras que los revestimientos de Vallelunga completan la escena.