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No todas las casas se resignan a envejecer en silencio. Algunas, como esta antigua vivienda situada en Mérida, en la península de Yucatán, México, parecen esperar pacientemente el momento adecuado para renacer. Durante décadas, sus muros verdes jade protegieron historias familiares, vientos cálidos y la sombra de un árbol generoso en el patio. Hoy, tras una cuidadosa restauración de Taller Estilo Arquitectura, la casa recupera su voz, transformando el paso del tiempo en una capa más de su carácter, sin borrar lo que fue ni temer a lo que vendrá.
Desde el exterior, la vivienda sorprende con su fachada Art Déco, un vestigio del tiempo que se conserva intacto. Las estrías de hormigón, los altos relieves y la simetría ornamental revelan el carácter del inmueble. La puerta de acceso, en un llamativo tono verde, enmarca la entrada y dialoga con detalles en gris y champagne que acentúan la elegancia atemporal de la composición.
Uno de los rasgos más singulares de Casa Yucatán Jay es su jardín frontal, un espacio poco común en el centro histórico de Mérida, que anticipa el protagonismo de la naturaleza dentro del proyecto. La estructura original fue rescatada y restaurada en su totalidad, pero los usos de los espacios fueron redefinidos para responder a una lógica más funcional y fluida. Desde el vestíbulo, la circulación se orienta hacia las habitaciones, cada una con su baño privado y vistas privilegiadas a los jardines y terrazas.
El tránsito entre la zona privada y la pública queda marcado por un arco que enmarca la doble altura del área social. Allí, la cocina, el comedor y la sala conviven en un mismo espacio, articulado por la presencia de un árbol de mamey, preservado con especial cuidado desde el inicio del proyecto. Este elemento, convertido en el corazón de la casa, refuerza la sensación de continuidad entre el interior y el exterior, mientras que un gran ventanal de cristal sustituye los muros tradicionales, diluyendo los límites entre la arquitectura y el paisaje.
La relación con la naturaleza se acentúa en la zona posterior de la vivienda, donde la piscina y el área ajardinada evocan la atmósfera tropical de Yucatán. Frente a este oasis verde, el dormitorio principal se abre por completo al entorno, con un baño-vestidor que mantiene la misma conexión visual con el exterior.
En términos de materialidad y diseño interior, el proyecto se resuelve bajo una premisa de equilibrio: se respetan y realzan los elementos originales del inmueble, mientras que las nuevas intervenciones buscan potenciar la funcionalidad sin renunciar a la calidez y el carácter de la casa. La iluminación, la acústica y la ventilación fueron cuidadosamente atendidas para crear una atmósfera armónica, en la que cada espacio se percibe fluido y natural.