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En Lanzarote, la arquitectura no es solo construcción, es paisaje, historia y respeto por una naturaleza que lo condiciona todo. Aquí, entre tierras volcánicas y una luz que lo envuelve todo, la casa Villa Amonita se alza como un homenaje a la isla. Este proyecto del estudio checo OOOOX ha sido concebido con la premisa de integrarse en su entorno sin perturbarlo, adoptando materiales, colores y formas que remiten a la tradición arquitectónica lanzaroteña y a la filosofía de conservación de César Manrique.
Para los arquitectos, construir esta casa en Lanzarote supuso un reto en términos de sostenibilidad y logística. La disponibilidad de recursos es limitada y el transporte de materiales puede ser costoso y poco eficiente. Por eso, desde el inicio, la intención fue aprovechar al máximo los materiales locales, reduciendo al mínimo la huella ambiental del proyecto. "Hemos intentado aprovechar todo lo local, tanto por sostenibilidad como por respeto al paisaje", afirma Radka Valová, arquitecta del estudio OOOOX. Este compromiso con la isla y con su identidad es lo que ha hecho que Villa Amonita reciba el premio de la segunda edición de los APE Grupo Architecture Awards.
Ubicada en una parcela de 2.000 metros cuadrados, la villa original, construida en el año 2000, ha sido renovada para enfatizar su relación con el exterior y mejorar su funcionalidad. Con 300 metros cuadrados de superficie construida, la distribución de la casa se ha reconfigurado para optimizar los espacios comunes, reducir áreas de circulación innecesarias y ampliar el número de dormitorios, favoreciendo una conexión más fluida entre los interiores y el exterior. Se han eliminado compartimentaciones excesivas para potenciar la luz natural y crear una sensación de continuidad entre las estancias de toda la casa, lo que refuerza la experiencia de habitar en un entorno abierto y en contacto con el paisaje.
El resultado es una casa que parece emerger del terreno volcánico. Los muros de piedra de lava crean una conexión visual entre la casa y su entorno inmediato, reafirmando la relación entre lo natural y lo construido. La paleta cromática sigue los códigos tradicionales de la isla: blanco puro en las fachadas, carpintería en verde y elementos de piedra negra que aportan textura y profundidad. Esta coherencia estética es una decisión estilística pero también una forma de integrarse sin estridencias en el paisaje insular.
Uno de los elementos más singulares de la intervención es el uso de cerámica en los espacios interiores. En los baños y zonas húmedas, los arquitectos apostaron por piezas de formato pequeño en un profundo color verde, un guiño a la naturaleza local y a la tradición arquitectónica de Lanzarote. "El verde que utilizamos es muy expresivo y conecta directamente con el paisaje de la isla", explica Radka Valová. Esta elección, además de quedar bonita, garantiza durabilidad y resistencia a las condiciones climáticas.
La relación entre el interior y el exterior ha sido una de las premisas del proyecto. Villa Amonita cuenta con amplias terrazas, patios interiores y espacios abiertos que permiten que la luz natural y el paisaje entren en la casa sin barreras. La piscina, enmarcada por palmeras y vegetación autóctona, se convierte en un oasis de frescura en medio de la aridez volcánica, en un claro homenaje a los Jameos del Agua, instalación mítica de Manrique en la isla. La terraza principal, con cocina, barbacoa y comedor exterior, invita a disfrutar del clima constante de la isla durante todo el año.