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En la región vietnamita de Bảo Lâm, Lâm Đồng, el clima tropical y la vegetación exuberante marcan el ritmo de la vida, Y en medio de toda esta naturaleza salvaje, el estudio The Bloom Architects se lanzó a una aventura muy particular: la de hacer una reinterpretación contemporánea de la arquitectura vietnamita tradicional. Diseñada para ser un lugar de tranquilidad y equilibrio, esta vivienda de 160 metros cuadrados combina materiales naturales, geometrías suaves, formas curvas y una relación fluida con el paisaje, creando un espacio que "celebra el entorno y la luz cambiante del día", como explican sus creadores.
El primer golpe de vista lo marca su techo de tejas rojas curvado, un elemento profundamente arraigado en la identidad constructiva local. Sus suaves ondulaciones evocan la imagen de una flor en plena apertura, además de cumplir una función térmica y estructural, favoreciendo la circulación del aire y protegiendo el interior del exceso de calor. El acceso a la vivienda está enmarcado por un conjunto de ventanas y puertas de formas redondeadas que acentúan la fluidez del diseño. Estas curvas se replican en los patrones decorativos de las paredes, en los pasillos y en los espacios de transición, generando una sensación envolvente y acogedora.
En el interior, la vivienda apuesta por el minimalismo cálido. Los espacios están organizados en torno a una gran sala central que conecta con la cocina y el comedor. "La casa se abre al exterior, pero también invita a mirar hacia arriba, hacia el cielo", explican desde el estudio. La materialidad juega un papel fundamental en la atmósfera de la casa. Piedra natural, ladrillos de terracota y hormigón conforman una paleta de texturas que aportan calidez y resistencia. Estos materiales garantizan una buena insonorización y aislamiento térmico, además de crear un diálogo con el entorno, reforzando el carácter sostenible del proyecto.
El comedor, situado bajo el punto más alto del techo coronado por una apertura cenital que hace de entrada de luz natural, se convierte en el corazón de la vivienda. Una mesa redonda, estratégicamente colocada, permite a los habitantes disfrutar del paso de la luz desde el amanecer hasta la noche. "Aquí, cada comida se convierte en un acto de conexión con el paisaje y la luz", mencionan sus arquitectos.