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Cuando los propietarios de este ático en Central Park West decidieron mudarse al penthouse de su edificio, no dudaron en volver a confiar en Alec Holland, el diseñador que había transformado su anterior hogar seis años atrás. La conexión establecida entre ambas partes y el conocimiento mutuo de sus gustos y valores marcaron el inicio de un proyecto único: convertir un apartamento de dos plantas y 392 metros cuadrados a medio hacer en un refugio sereno que reflejara su pasión por el diseño mid-century con un toque contemporáneo.
El proyecto arrancó con un desafío singular: respetar la esencia arquitectónica de un edificio icónico de Rosario Candela del año 1929 mientras se daba vida a un hogar moderno y funcional. Holland, apasionado por el diseño mid-century, encontró en este proyecto la oportunidad de reinterpretar este estilo con frescura, evitando caer en clichés. “Quería que cada rincón hablara de elegancia atemporal, pero que se sintiera vivo y conectado con el presente”, explica el diseñador. La propuesta cromática fue cuidadosamente concebida para destacar las vistas al parque y abrazar la luz natural. Tonos neutros, con toques cálidos de madera de nogal y telas texturizadas, generan un equilibrio visual que envuelve cada espacio en serenidad. Una de las piezas más icónicas es la alfombra vintage en el salón, un guiño al estilo bohemio de los clientes antes de adoptar la estética mid-century.
Distribuido en cinco dormitorios, cinco baños y un aseo, este ático prioriza la funcionalidad sin sacrificar la estética. La entrada, un espacio oscuro sin ventanas, se revitalizó con un llamativo papel pintado de Farrow & Ball, aportando personalidad desde el primer momento. En contraste, el salón conecta visualmente con la terraza, generando una transición fluida entre interior y exterior. El comedor, protagonizado por las sillas Saarinen Executive de Knoll y un diseño artesanal de Lyons Glass, equilibra tradición y modernidad. La cocina, creada por Christopher Peacock, destaca por su diseño meticuloso y materiales de alta calidad.
Para el mobiliario, Holland optó por materiales veganos, como cuero sintético en las sillas del comedor y la cama, respetando los valores de los propietarios. “Quería demostrar que el lujo y la sostenibilidad pueden coexistir, y que cada elección importa en el diseño de un hogar”, detalla. Por cierto que el transporte de un sofá de tres metros al salón fue la anécdota del proyecto. Incapaces de usar las escaleras o el ascensor, los operarios optaron por subirlo encima de este último, una maniobra arriesgada que culminó en éxito. Desde el despacho, donde un escritorio de nogal hecho a medida dialoga con un sillón vintage Wegner Wishbone, hasta el dormitorio principal, con lámparas de George Nelson y una chaise longue de Homenature, cada rincón es pura sofisticación. La terraza envolvente es el verdadero corazón del penthouse, un espacio diseñado para relajarse y conectar con el entorno. Con muebles de Blu Dot y Frontgate, el área exterior complementa la estética interior, ofreciendo una experiencia de vida urbana que abraza la naturaleza.