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Anna Brockway tiene un amante, y no es un ser humano, sino un piso en la ciudad de Nueva York. La historia de amor de Anna, que se ha ido gestando durante décadas, empezó cuando acompañó a su padre en un viaje de negocios a la Gran Manzana con tan solo 10 años. “Mientras comíamos panqueques en el hotel Carlyle, me dio algo de dinero y me dijo que preguntara al conserje qué hacer y me dejó sola el resto del día. Pasé la mañana en el Met, almorcé en el Empire State Building, la tarde en Fiorucci y rematé todo con un helado en Rumpelmayer’s”, recuerda. “Fue el comienzo de una historia de amor con Nueva York que nunca me abandonó”.
Después vino su fase de enamoramiento cuando, como estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Columbia, recogió meticulosamente toda la información que pudo encontrar sobre los edificios históricos de Nueva York, incluso colándose en los cursos de posgrado del famoso arquitecto Robert A.M. Stern. “Ahí fue donde aprendí por qué amaba lo que amaba”, dice Anna.
Después de la universidad, Anna se mudó a California, donde disfrutó de una exitosa carrera en marketing de moda, se convirtió en madre de tres hijos y cofundó Chairish, una tienda online de antigüedades y artículos vintage, con su esposo Gregg. A lo largo de los años, según el trabajo traía a Anna a Nueva York mensualmente, sintió punzadas ocasionales de nostalgia por la ciudad y su arquitectura histórica, pero las anestesió y se dedicó a levantar una familia, un negocio y un hogar en California.
Hasta el invierno de 2021, cuando una caída en los precios inmobiliarios de Nueva York conspiró con el departamento de admisiones de la Universidad de Columbia, que había aceptado a su hijo mayor, y ya no pudo ignorar la seductora llamada. “Encontré el apartamento gracias a mi obsesiva adicción a StreetEasy, y mi sueño de toda la vida de tener un pied-à-terre en Nueva York se hizo realidad”.
El edificio de apartamentos del Upper East Side, construido después de la Segunda Guerra Mundial y uno de los últimos construidos por la arquitecta Rosario Candela, impregnado de la elegancia de una época pasada, reavivó la fantasía de Brockway sobre el glamour de la ciudad. “Esa amplia y escultural escalera en el recibidor era mi visión de lo que debería tener un dúplex neoyorquino”, afirma, y señala que la distribución en dos pisos permite que el apartamento tenga más grandeza de la que se podría esperar de 165 metros cuadrados.
Rizzoli Rosario Candela & The New York Apartment: 1927-1937 The Architecture of the Age
Sin duda, el plano de planta incluye varios trucos de magia típicos de Candela, como esconder un armario para abrigos detrás de una puerta corrediza debajo de las escaleras o enmarcar el lavabo, no el inodoro, en la entrada que conecta el recibidor y el aseo. “Su enfoque para resolver el rompecabezas del espacio en estos edificios fue el más reflexivo”.
Pero el apartamento también aportó algo de bagaje a la historia de amor. Por un lado, no tenía iluminación superior, salvo por la lámpara de araña del comedor; añadir, o incluso mover, cajas de conexión resultó prohibitivamente caro. “Tuvimos que mantener el cableado”, dice Anna sobre los apliques de la diseñadora Elizabeth Cooper, con quien colaboró en los interiores.
Y aunque tenía una chimenea que funcionaba (otra firma de Candela), la repisa existente carecía del impacto visual digno de las áreas de estar y comedor. “Así que la cambiamos por una de mármol con espacio para apoyar un espejo, obras de arte y lámparas pequeñas, creando un punto focal para la habitación”, dice Cooper.
Tal vez el mayor desafío al decorar la casa surgió del atractivo más fuerte del apartamento: que todas las ventanas dan a Central Park. Y si bien las vistas al parque le brindan a Anna una gran alegría (“Me encanta sentarme aquí y observar cómo los encantos de cuento de hadas de la ciudad cobran vida”), las habitaciones más aburridas y con poca luz con solo ventanas orientadas al oeste no lo hacen.
La solución resultó estar justo afuera de esas mismas ventanas: el verde vivificante de los árboles del parque, que ayudó a inspirar las paredes chartreuse de alto brillo para el salón y el comedor. “Me encanta este color, es el neutro de la naturaleza, y quería conectar con el aire libre, pero también quería algo que me hiciera feliz cuando está gris afuera”, dice Brockway.
Las paredes chartreuse resultaron ser un compañero agradable para otros tonos saturados, desde el recibidor en azul cobalto y la cocina color caqui hasta los dormitorios azul marino y rosa empolvado de arriba. El tono eléctrico también es un complemento poco atractivo para la estética de Anna, que recopiló a lo largo del tiempo, y que reunió rápidamente al conseguir casi todos los muebles y cuadros en Chairish. “Estar rodeada del trabajo de las personas más creativas y divertidas del mundo es un verdadero tesoro y un beneficio poco apreciado de comprar antigüedades y artículos vintage”, dice. De hecho, es un ambiente adecuado para una combinación perfecta en el paraíso inmobiliario.
Comedor
Libros sobre arquitectura y diseño neoyorquinos presiden el mobiliario antiguo y vintage del comedor (asientos, Chairish; mesa, Amy Meier). Pedestal pintado, KRB.
Salón
Un par de sillas vintage con respaldo de cuchara de Michael Taylor (Chairish) aportan un toque de modernidad californiana al salón. Cooper y Brockway enmarcaron las cortinas de las ventanas en el mismo color (Claremont) para agregar suavidad sin competir con la vista de Central Park. La alfombra de seda y lana con estampado en bloque es de Rug & Kilim a través de Chairish. Repisa de mármol, Jamb. Espejo antiguo, Mecox. Lámpara de mesa, Christopher Spitzmiller
Sobre el sofá de esquina (O'Henry House), un espejo convexo (un pedido personalizado de Chairish) proyecta un reflejo distorsionado del parque en la ventana opuesta. La otomana del siglo XIX es de KRB y la silla giratoria vintage de mediados de siglo es de Chairish. Mesas de bebidas, Celerie Kemble para Arteriors a través de Chairish. Iluminación de aplique, Galerie des Lampes.
Cocina y aseo
Los muebles color caqui y las paredes de color verde chartreuse reflejan los tonos de las vistas de Central Park durante todo el año. El retrato antiguo de Jackie es de Mid Mod Glam a través de Chairish. Apliques, Galerie des Lampes.
Una fotografía de Nick Mele flanquea la entrada del aseo. El espejo chinoiserie italiano antiguo es de From Paris to Palm Beach a través de Chairish. Revestimiento de paredes, Soane.
Dormitorio infantil
Los textiles de Leah O’Connell cubren la habitación de los niños con un patrón acogedor. Aplique de pared para la mesita de noche, Vaughan. Aplique de pared sobre la cómoda, Soane.
Dormitorio principal
Los suaves tonos de rosa, que van del rosa pálido al terracota, crean un oasis de tranquilidad sobre la concurrida calle de abajo. La cama (O. Henry House) está vestida con sábanas de D. Porthault y Matouk.
Diseño de interiores: Elizabeth Cooper. Arquitectura: Rosario Candela. Estilismo: Anita Sarsidi.
