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Casa Botijo, un proyecto firmado por ALE Estudio, es uno de esos raros ejemplos donde la arquitectura logra capturar la esencia de un barrio y devolverla transformada en un espacio de vida que respira comunidad, diseño y sostenibilidad. Ubicada en una parcela diminuta de apenas 125 metros cuadrados en el barrio de Carabanchel Bajo, esta joya arquitectónica nos sorprende con un edificio de tres viviendas, cada una de 75 metros cuadrados, distribuidas en cuatro plantas.
¿El detalle que roba miradas? La planta baja, un espacio común pensado como un ágora moderno donde compartir, jugar o simplemente dejar que la luz tamizada por su emblemática celosía cerámica proyecte sombras cambiantes mientras las conversaciones fluyen. Sin embargo, Casa Botijo no se entiende sin su entorno. Padre Oltra, la calle donde se encuentra, es un microcosmos de casas bajas y naves industriales de principios del siglo XX. Es el tipo de lugar donde las vecinas aún sacan sus sillas de mimbre a la acera, conversan con el sol en la cara y disfrutan de un ritmo de vida pausado. ALE Estudio supo leer esta atmósfera única y la tradujo en una arquitectura que respeta y dialoga con su entorno.
El ladrillo rojo, omnipresente en la calle, se convierte en el alma del proyecto, combinado con hormigón visto y acero galvanizado. Pero lo que realmente marca la diferencia es la celosía cerámica que envuelve el núcleo de escaleras, una gran costura que une este edificio con el paisaje urbano como si siempre hubiera estado ahí.
En el interior, cada vivienda está diseñada con un esquema flexible que prioriza la luz natural y la ventilación cruzada. La fachada trasera se retira para dar lugar a un patio común, asegurando que todas las estancias estén bañadas por el sol o refrescadas por la brisa. Al mismo tiempo, la distribución abierta, con la cocina integrada en el salón comedor, genera espacios fluidos que fomentan las actividades compartidas, ya sea en familia o, ¿por qué no?, entre vecinos.
¿Y qué decir del techo de hormigón visto? Con sus 3,20 metros de altura, no solo da una sensación de amplitud, sino que también optimiza el flujo de aire. Un gran ventanal orientado al sur inunda de luz la estancia principal, mientras un toldo enrollable al estilo de los edificios vecinos regula la intensidad. Por si fuera poco, cada vivienda cuenta con una terraza, un espacio privado para sentarse a mirar, a escuchar y, como dirían las vecinas, a estar.
Además de estéticamente atractiva, Casa Botijo es eficiente. Desde su aislamiento térmico de más de 10 cm hasta el suelo radiante-refrescante con energía aerotérmica, todo está pensado para reducir el consumo energético y mejorar el confort. La ventilación cruzada, la protección solar regulable y los materiales sostenibles redondean un diseño que prioriza el cuidado del medioambiente y de quienes lo habitan.
Más allá de su funcionalidad, este proyecto supone un homenaje a los elementos que conforman el día a día del barrio: los patios, las celosías, los balcones y, sobre todo, las relaciones vecinales. Por aquí no solo se vive, se habita.
Proyecto e información: Cortesía de ALE ESTUDIO.
Aránzazu Díaz Huerta es experta en decoración en Nuevo Estilo, por eso ha convertido su hogar en una especie de pop up store de las últimas tendencias, y por eso disfruta tanto elaborando contenidos sobre interiorismo. Además, se lo pasa genial buscando los hoteles más originales del mundo para sorprender a sus lectores. Le apasiona todo lo que tiene que ver con el hogar, pero también la moda, la belleza, el lifestyle y las mascotas, y aunque no tiene cuenta en TikTok, no se pierde ni un solo trend.
Se graduó en Comunicación Audiovisual en 2016 en la Universidad Pontificia de Salamanca, y continuó sus estudios con un máster en Periodismo Cultural por la Universidad San Pablo CEU. En el verano de 2017, hizo el curso de Escritura Creativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Y cuando llegó la pandemia, se refugió en el Curso Online de Periodismo Especializado en Moda, Belleza y Estilo de Vida de la revista Vogue en Condé Nast College Spain. Además, como buena cinéfila que es, ha colaborado en el libro ''El clasicismo en el cine. Una mirada intergeneracional'', de D. Pedro Sangro Colón y D. Miguel Ángel Huerta Floriano.
Antes de comenzar su trayectoria en el mundo del periodismo freelance, pasó por la Cadena Ser de Oviedo y la revista cultural El Duende. También tuvo su propia columna de opinión en el periódico Salamanca RTV al día.
Desde el año 2017, colabora como redactora de contenidos online en Mi Casa, Nuevo Estilo y otras revistas del Grupo Hearst, incluyendo el departamento de Branded Content. En su tiempo libre, escribe relatos de ficción y no ficción, habiendo publicado en la revista literaria Fábula, y hace fotografías de paisajismo (especialmente, de lugares donde haya flores).