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Enclavada en el sereno paisaje de Malinalco, México, Morada de Piedra, obra del COLAR Colectivo de Arquitectura, trasciende la noción tradicional de vivienda. Con apenas 72 metros cuadrados, esta espectacular casa se erige como un testimonio de cómo el diseño contemporáneo puede fundirse con las raíces de un lugar, honrando tanto su historia como su entorno natural. Desde el primer vistazo, la casa invita a ser vivida y experimentada como un espacio que dialoga con el espíritu del lugar.
Situada al pie de una imponente peña, la casa parece esculpida por el paisaje mismo. Los ventanales amplios y los techos elevados orquestan un juego constante entre interior y exterior, creando una conexión inquebrantable entre el habitar humano y la exuberancia de Malinalco. La integración va más allá de lo visual: los jardines intersticiales son barreras verdes que proporcionan privacidad que respiran junto con la casa, ofreciendo un refugio donde naturaleza y arquitectura convergen.
El proyecto adopta el concepto de “Soft Loft", un espacio continuo que promueve una experiencia de vida abierta, fluida y flexible que no admite interrupciones. Este diseño abierto elimina las barreras físicas y fomenta una sensación de libertad y movimiento continuo, donde cada rincón es un mirador hacia el paisaje circundante. La piedra, elemento central de la casa, no es un mero recurso constructivo, sino un homenaje a las tradiciones de Malinalco. Los muros de mampostería, levantados con maestría artesanal, dialogan con el cemento pulido de los suelos y las encimeras, cuyo color, mezcla de cemento y tierra local, captura la esencia del terreno. Este detalle, lejos de ser estético únicamente, ancla la vivienda en su entorno, integrándola en la narrativa del lugar. La herrería, otro protagonista sutil, rescata las técnicas tradicionales de forja utilitaria, aportando un toque artesanal que refuerza la autenticidad del proyecto.
En el corazón del diseño se encuentra la chimenea, un elemento que organiza y da alma al espacio central. Como punto focal, define áreas sin romper la continuidad, ofreciendo un cálido equilibrio entre lo práctico y lo poético. La terraza con jacuzzi y el jardín exterior complementan la experiencia de habitar la casa. Aquí, la arquitectura se convierte en un acto de contemplación.
Porque si hay que sacar una lección de este proyecto es que más que una vivienda, se trata de un lenguaje que combina lo ancestral con lo contemporáneo, que redefine lo que significa construir con identidad, respetando tanto al paisaje como las tradiciones de quienes lo habitan. Y es que en cada línea, en cada esquina, esta casa es un poema dedicado a Malinalco, un testimonio del poder transformador de la arquitectura cuando se inspira en la tierra que la acoge. Un refugio que, lejos de ser estático, late al ritmo de la naturaleza y las historias que le dan vida.



























