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En un edificio de 1929, de estilo constructivista y situado en una tranquila esquina frente a un canal, esta casa moscovita se convierte en un refugio sereno y ordenado gracias a la intervención de la diseñadora Yulia Golavskaya y su equipo. Para su clienta, una persona familiarizada con el trabajo de Golavskaya, era fundamental actualizar el diseño sin perder el espíritu original del hogar. “Mi clienta y su familia viven actualmente en otro país, pero este sigue siendo su espacio favorito, el que alberga muchos de sus objetos más personales”, explica la diseñadora. La casa incluye colecciones familiares como aves de cristal, aviones en miniatura y vinilos, elementos que añaden un toque personal y que fueron clave en el diseño de los interiores.
Golavskaya diseñó una paleta de colores específica para cada habitación, respetando la compleja planta del apartamento y sus formas irregulares. El vestíbulo, con paredes y techo pintados en ocre, recibe al visitante con un tono dorado que suaviza la distribución angular del espacio y aporta calidez. Desde el vestíbulo, la vista conduce al salón, en un tono gris-azul que se extiende también al dormitorio del hijo en una tonalidad ligeramente distinta. Este recorrido cromático continúa hacia las habitaciones de blanco cálido, como la cocina y la oficina en casa, y culmina en el dormitorio principal, en tonos sepia profundo. “Queríamos que cada estancia tuviera su propia identidad cromática, pero manteniendo la fluidez visual entre ellas”, detalla Golavskaya. En las habitaciones, de formas irregulares, el equipo optó por pintar tanto las paredes como el techo en un solo color, con molduras que acentúan la unidad del espacio. Las puertas altas, con travesaños y cristal, aportan una sensación de apertura y permiten que la luz fluya de una estancia a otra, creando un ambiente de calma y orden.
La elección de los muebles y acabados responde a la intención de preservar el carácter constructivista del edificio, manteniendo a la vez la sencillez y la naturalidad que caracterizan el estilo de Golavskaya. La diseñadora colaboró con fabricantes locales para crear muebles a medida, como las puertas, la cocina y el mobiliario de almacenamiento. En el salón, destaca un sofá finlandés y una mesa de Woodnotes, acompañados por un chandelier vintage y un kilim de la galería Atelier Choutko, que aportan un toque de textura y color a este espacio. La cocina, también diseñada a medida según los bocetos de Golavskaya, presenta una mesa de Partisan y sillas de Woodnotes, con una lámpara de Gras que ilumina el espacio. Los detalles en los textiles, como las cortinas de Casamance en el salón y las de Jean-Paul Gaultier en el dormitorio principal, refuerzan la atmósfera de armonía y elegancia sin pretensiones que define el diseño de Golavskaya.
Uno de los aspectos más conmovedores del diseño es la incorporación de elementos personales y recuerdos familiares que dotan al apartamento de una personalidad única. En el salón, la clienta ha conservado un candelabro de la antigua decoración, ahora renovado en tonos negros y ocres para integrarlo en el nuevo diseño. Las colecciones familiares, como las aves de cristal de la clienta, los aviones en miniatura de su esposo y los vinilos, encuentran su lugar en estanterías y rincones cuidadosamente pensados. La oficina, equipada con un escritorio y una silla finlandeses, incluye un sistema de almacenamiento y estantes personalizados por Buro Golavskaya, que reflejan el enfoque detallado y personal que define este proyecto. Golavskaya destaca que “cada objeto cuenta una historia y se incorpora al diseño para reflejar la vida de la familia, creando una especie de retrato espacial de sus recuerdos y su día a día”.
El proyecto es un ejemplo de cómo la arquitectura y el diseño pueden combinarse para reflejar tanto el pasado como el presente. Golavskaya mantuvo los suelos de parqué de roble, restaurándolos para conservar el carácter original de la vivienda, y añadió detalles como el terrazo en tonos claros en los suelos del baño, un guiño a los acabados históricos del edificio. En los ventanales de la cocina y otras áreas, el terrazo en tonos grises remite a las técnicas de construcción originales, uniendo lo nuevo con la historia del lugar.