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En el corazón de la capital brasileña, el Apartamento Oriente revive de la mano del estudio CoDA Arquitetura, que lleva a cabo su sexta intervención en un edificio icónico de la superquadra de Brasília, obra del arquitecto Marcílio Mendes Ferreira. Este proyecto, más que una reforma, es una cuidadosa reinterpretación de la vivienda a través de la lente de la estética Japandi, un estilo que combina la sobriedad escandinava con la delicadeza japonesa. La misión: crear un hogar que se sienta tanto en armonía con su entorno arquitectónico como con el imaginario nipo-brasileño de sus habitantes.
El diseño preserva elementos arquitectónicos originales, como las ventanas de acero y los parasoles de hormigón que protegen la fachada, así como los cobogós, esos bloques perforados tan característicos de la arquitectura brasileña. CoDA Arquitetura, liderado por Pedro Grilo y Carolina Piana, valoró profundamente la herencia modernista de Marcílio al tiempo que respondía a los deseos de los propietarios de incorporar un toque de serenidad y equilibrio japonés. Una de las intervenciones más significativas del proyecto fue la integración de la cocina con el área social. CoDA optó por dividir estos espacios con puertas correderas que, inspiradas en las tradicionales divisiones japonesas “shoji”, reproducen el diseño de las ventanas originales pero con vidrios translúcidos para lograr privacidad sin perder luminosidad.
La demolición de la pared que separaba la cocina de la sala dejó expuesto un pilar de hormigón, un elemento estructural que el estudio decidió aprovechar al máximo. Este pilar fue el punto de partida para una mesa de comedor única: dos estantes y una viga de hormigón conforman un elegante tablero de madera traído por los propietarios, transformando el rincón en un espacio de reunión cargado de personalidad.
Los acabados y la elección de materiales reflejan también el concepto nipo-escandinavo que los habitantes querían para su hogar. El suelo original de ipê fue cuidadosamente restaurado, devolviéndole su tono cálido y la autenticidad de su textura. La paleta cromática del apartamento es deliberadamente suave y neutra, con predominio de tonos claros y madera natural, lo que aporta una atmósfera de tranquilidad y conexión con la naturaleza. Este esquema, acentuado por el uso moderado de color en objetos decorativos y textiles, refuerza una estética atemporal que el estudio ha sabido adaptar a las particularidades del espacio.
Otro de los detalles que aporta carácter es el sistema de iluminación indirecta, inspirado en las referencias que los propietarios trajeron de un viaje a Kioto. En el pasillo, listones de madera ocultan una iluminación suave que proyecta un ambiente cálido y acogedor, una reinterpretación contemporánea de los interiores tradicionales japoneses. Es en estas decisiones donde se percibe la minuciosa sensibilidad de CoDA para traducir las aspiraciones de los habitantes en un espacio que no solo es bello, sino profundamente personal. La decoración mantiene una coherencia estilística con el mobiliario Japandi, optando por formas suaves y acabados orgánicos. En el salón, destaca una bancada de cine vintage adquirida en un anticuario, que aporta un toque de autenticidad y actúa como el centro del diseño. Cada mueble ha sido elegido con un propósito: brindar funcionalidad y belleza sin recargar el ambiente.