Del sur profundo de Estados de Unidos a la Costa del Sol, pasando por Manila, México o Madrid. Si la interiorista Sylvia Melián no ha vivido 100 vidas, la cifra se le acerca bastante. "Mi familia paterna es de origen español pero, por temas de negocios, vivían en Filipinas, donde nació mi padre. Mi madre era de Tennessee y se conocieron y casaron en Manila, porque ella trabajaba para el gobierno norteamericano". En los años sesenta, ya con su propia familia, volvieron a España (donde nació Sylvia, la pequeña), a la Costa del Sol, y fueron de los primeros en poner un pie en lo que hoy conocemos como Sotogrande. Los muebles se vinieron con ellos, y ahí empezó -más bien, continuó- la impresionante colección de mobiliario de origen asiático entreverado con otro de estilo andaluz. "Mi madre, Mary Randolph, tenía un enorme sentido estético natural y le encantaba la arquitectura vernacular andaluza; creó una casa familiar muy diferente a lo que se veía por la zona, sofisticada y bonita", explica. Sin duda, tanto ella como su hermana Victoria heredaron el gusto inusual de su progenitora, y fundaron su propio estudio de interiorismo, Melián Randolph, hace ya más de 25 años.

Situado en el barrio de Almagro, en el centro de la capital, está a un par de manzanas de la nueva casa de Sylvia, en un edificio de los años treinta, donde ha creado un hogar con el mismo espíritu heterogéneo, imprevisible y la misma sensibilidad que las mujeres de su familia. "Simplemente me mudé con los muebles que, en gran parte, ya tenía de otra vivienda, y con otros heredados de una casa familiar, tratando de encajar en el espacio de la mejor manera todo mi 'equipaje' de vida. Para mí era una prioridad poder instalarme con todos mis tesoros", aclara.

Luminoso, con varios balcones a la calle y un comedor conectado con el salón, el espacio era perfecto para iniciar una nueva etapa y para lucir su colección de arte: hay obras de su tío, Fernando Zóbel, cuadros de Claudio Bravo y de Manuel Ángeles Ortiz, pero también de Cindy Sherman o Rosemarie Trockel; así como fotografías de Horst P. Horst, Ramón Masats, Cristóbal Hara, Pérez Siquier o Sanz Lobato. Pero no sólo las obras transmiten el carácter artístico de su propietaria. Sólo hay que echar un vistazo a las alfombras de Granada, la cerámica de Manises, las antigüedades encontradas en el Rastro de Madrid, los muebles de forja antigua... Son muchos años, muchos viajes y mucha historia la que cobijan los 110 metros cuadrados de este castizo apartamento de techos altos y tarima de madera.

Entre todas las piezas que embellecen cada rincón, hay una muy especial, la alacena andaluza policromada del s. XVIII del salón, que funciona a modo de cabinet de curiosités. "Es mi favorito, en el que he colocado conchas y corales de Filipinas, de la colección de mi madre, junto a cerámica oriental, pequeñas acuarelas, objetos de marfil...". Está colocado junto al retrato de su padre, su otra gran inspiración, ambos visibles desde el sofá, en uno de los extremos, desde donde puede admirar uno de los biombos japoneses que decoran las paredes. "Esta casa no es un reflejo de mi estilo como interiorista. Una de las características del estudio es que nos adaptamos muy bien a la personalidad y los requisitos de cada uno de nuestros clientes. Cada proyecto es un mundo". Éste es el suyo, y más que una visita, ha sido todo un viaje.

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Nuria Serrano
En el salón, cuadro con marco de taracea y yeso policromado, con dibujo del arquitecto Luis Tena.

"Me encanta la colección de acuarelas y grabados de mi tío, Fernando Zóbel. Era muy generoso, siempre regalaba caricaturas y dibujos".

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En el sofá, cojines de terciopelo, de Gastón y Daniela. La mesa de centro en piel es un diseño de Sylvia, inspirada en una de François Catroux; sobre ella, bola de cristal dorado, comprada en la casa museo de Luis Barragán. El cenicero y el jarrón verde de cristal son de Georgeus Vase, la bandeja martelé de latón, de Lagur, y el banco de madera, de Olofane.
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Bandeja de porcelana de Limoges, cajita de laca rusa de finales del s.XIX, y corales antiguos sobre peanas de madera y metal que eran de su hermana Victoria.
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La interiorista Sylvia Melián en un rincón del salón. Cartel de los años 50 diseñado por Villemot, y apliques para velas con espejo y base de terciopelo, de Bayeu Subastas.
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En el salón, alfombra de cebra, un regalo del Sr. Horcher a Victoria, hermana de Sylvia. El sofá tapizado en tela de rayas rojas de Jab es un diseño de Melián Randolph, y los cojines, con funda de seda azul, son de Jim Thompson de los años 50, comprados en Bangkok. El elefante de piel es de El Garaje de Azcona. Al fondo, el comedor, con una de las piezas más especiales de la casa: un gran biombo japonés del s. XIX decorado con pan de oro y pintado a mano sobre papel y borde de seda, que perteneció a su abuela.
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Junto a los ventanales del salón, sillas de enea, de Anticuario La 40. Al fondo, retrato de Fredy Melián, el padre de Sylvia, una obra de Claudio Bravo, pintor chileno afincado en Marbella en los sesenta. La consola, un modelo sesentero de Mcguire, es de Casa Josephine, y los candelabros de forja decorados con cabezas de gacela, de Lagur.
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"Este mueble andaluz policromado con detalle en pan de plata del s. XVIII lo compraron mis padres al principio de los 60 en El Rastro", explica Sylvia. Hoy, alberga la colección de conchas de su madre, Mary Randolph, casi todas procedentes de Filipinas. El jarrón de cristal con perfiles en oro es de Lagur.
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Las sillas del comedor, lacadas en negro con asiento trenzado de fibra natural son italianas. Sobre la mesa, mantel de algodón, de la Colección Bloomsbury, un diseño del estudio Melián Randolph para Güell Lamadrid.
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En el comedor, un biombo con motivo de flores, presentes también en un jarrón de cerámica vidriada de Níjar. Sobre la mesa, pez rojo de cerámica de Bordallo Pinheiro, frutero de plata y un candelabro de bronce, ambos comprados en El Rastro.
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Al fondo a la derecha, carrito de ratán pintado en rojo lacre, del estudio de Sylvia. La lámpara de techo, de fibra natural y metal, es de los años 50, en La Recova.
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En un extremo del comedor, pared decorada con platos de cerámica de Manises y japoneses de madera lacada y pintados a mano, que originalmente estaban en el hall de la casa familiar de Sotogrande. Lámpara de pie de ratán, de Colección Siglo XX, espejo antiguo de madera y pan de oro, y cuadro de Manuel Ángeles Ortiz, de la Galería Guillermo de Osma.
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En el recibidor, apoyado en un banco de madera y metal, de La Europea, cuadro de Patricio Cabrera; flexo retro, de Olofane; una fotografía original de Horst. P. Horst del paisajista Jamie Caffery, amigo de la familia; una escultura francesa de cabeza de caballo, de Casa Josephine y, debajo, lienzo de Guillermo Paneque.
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La cocina está separada del recibidor por una cortina en lino, de Gastón y Daniela, con pasamanería, recuperada del remate de la alfombra granadina de nudo alpujarreño. En la pared, dibujos de Ricardo Cadenas y espejo de pan de oro, de Ana Abascal Antiques. El taburete es de Zara Home.
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En el dormitorio, papel de cuadros escoceses, de Gastón y Daniela, dosel bordado por la madre de Sylvia y colcha de patchwork, tejida por su abuela. Las mesillas de noche en laca china son de Manila y los apliques en latón con forma de hoja de acanto, de Orfebres Seco. El par de flexos Anglepoise son de Años Luz. En la pared, retrato de Sylvia, cuadro de Jacques Grange, acuarelas de Sigfrido Martin-Begué y dibujo de Rose Marie Trockel.
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En el baño, retratos de familia (uno es de su hermana Victoria con David Bowie) y collage en madera de Jorge de la Fuente.
Headshot of Alejandra Manzano

 Alejandra Manzano  es redactora experta en arquitectura, arte y diseño. Antes de encontrar su trabajo favorito, ha concentrado 15 años de experiencia en el campo de la edición, la dirección de arte, la publicidad y la comunicación cultural.

 Licenciada en Bellas Artes por la UCLM, siempre se ha sentido atraída por la belleza de los objetos y los espacios, y por las personas con espíritu creativo. 

 Empezó a trabajar en agencias de publicidad como copy, y, posteriormente, fue dircom de un laboratorio farmacéutico y Social Media Manager de Fundación Montemadrid, Alfaguara y Santillana, que le permitieron compaginar su trabajo con la literatura y el arte, sus otras grandes pasiones además del diseño. 

 Tras casi una década dedicada a la comunicación, dio un importante giro en su trayectoria profesional haciéndose un hueco como ilustradora de prensa, publicando regularmente en medios como ICON y El Mundo, y editoriales como Espasa o Periférica. Ha sido profesora de diseño gráfico en la Escuela Internacional de Protocolo y, tras completar su formación en edición y corrección, trabajó como coordinadora de libros de arte y fotografía en La Fábrica. También ha formado parte de festivales como Madrid Design Festival o PHotoEspaña.  

 Siempre a la búsqueda de casas y cosas bonitas (incluyendo hoteles, objetos de diseño o proyectos de interiorismo) ha sido redactora en numerosos medios especializados entre los que se cuentan AD, Arquitectura y Diseño y Diariodesign. Los que la conocen dicen que no hay nada que le haga más feliz que viajar, aprender historia antigua, la voz de Elvis Presley y ver pelis de Casavettes.